Esta semana la sidrá está fundamentalmente dedicada a tratar las leyes relativas a la pureza e impureza rituales y a la discusión sobre las mitzvot relativas a los alimentos prohibidos (treifá como usualmente se los llama) y a los permitidos (ksherim).
Según la explicación del Midrash sobre la prohibición de los alimentos, su fin no es por entrenar el gusto en, exquisiteces, ni para mejorar la calidad nutricional, o por las consecuencias derivadas de la higiene relativas a la ingesta de ciertos alimentos.
Sino que su valor reside en la función educativa del autodominio implicado en el cumplimiento de la mitzvá.
Este es un punto que por su llaneza podría pasar desapercibido, pero consideremos lo siguiente: ¿no es cierto que aprendiendo a controlar el deseo por comidas y bebidas, y no conduciéndonos indiscriminadamente, podemos ir aprendiendo a contenernos y dirigirnos sabiamente en otros aspectos más complejos de la vida?
Sí, comer treifá es más sencillo, pero el kasher es más ‘rico’.
No necesariamente en sabor, pero sí en crecimiento espiritual, y aun material.
Entonces, a través de este arduo (por lo constante) trabajo de aprendizaje, el hombre toma conciencia sobre el yugo divino que recae sobre él, sobre el imperio de las mitzvot en su vida.
El autodominio de una tentación cercana, como lo es el de la bebida y de la comida, nos llevaría a una mayor superación personal, haciéndonos alcanzables otras prohibiciones un poco más lejanas a la realidad cotidiana Por ejemplo, quien no se controla en esta prohibición, ¿podrá cumplir fielmente el mandamiento de ‘No codiciaras’?
Puede ser que sí, pero, ¿aquel que no puede soportar lo simple, podrá resistir el embate de lo más poderoso?
Así que auto dominándonos en lo que respecta a las leyes dietéticas, llegaríamos a dominarnos en otras facetas de la vida, eso nos llevaría a ser mejores personas, con nuestro prójimo y con H’.
Como nos ordena esta semana la Torá:
"Porque Yo soy H’, vuestro D-s, y seréis santos, porque Yo soy santo" – (Vaikrá 11:44).
Por lo tanto el núcleo de esta parashá nos lleva a la relación:
autodominio => santidad.
Comenzando por el principio, por lo sencillo y básico, es posible aproximarse a la realización.