El verdadero dominio establece la concordia y ahuyenta la discordia.
Se basa en poder, realmente tal y no su apariencia que emplea la violencia, la amenaza, la mentira, la manipulación o cualquier otra usurpación de autoridad.
El falso dominio es engreimiento, debilidad camuflada por la fuerza, miedo convertido en excesos, que siempre provoca disensión y miseria.
El poder que impulsa el dominio proviene del AMOR, de la NESHAMÁ.
El falso dominio, cuando no, se sustenta en las trampas del EGO.
Escoge tú.
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