Las sombras no se espantan con más oscuridad, sino con la luz.
Hasta una pequeña llamita, la de una cerilla solitaria, tiene en sí el poder de ahuyentar la oscuridad.
¡Cuánto más cuando permites que sea la LUZ de la NESHAMÁ (espíritu) la que irradie por los rincones de tu alma y del mundo!
Hoy, como siempre y más que nunca.
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