Desde que el mundo es humano, hay avivados que se aprovechan de la necesidad de poder, de confianza, de creer de los otros.
Con un par de repetidos trucos y un poco de ingenio, se amañan para vender fantasías, comerciar con humo, cambiar oro por espejitos de colores.
Podría parecer extraño, pero no paran de aparecer incautos que están ansiosos por vender “su alma al diablo” (es lenguaje poético, no confundir por favor) siempre y cuando reciban promesas de éxito, ventajas, riquezas, amor, PODER.
Solo precisan eso: promesas de poder. Aunque las evidencias demuestren la falsedad, aunque haya testimonios que certifican el engaño, aunque existan leyes que lo prohíban, aunque todo juegue en contra, el ansioso de sentirse poderoso seguirá como ciego, nulo, irracional el dictado de su deseo y adquirirá el falaz producto que le hará sentir poderoso, salvo, amado, sano, bendito. Pura fantasía, cara fantasía, peligrosa fantasía, que no para de producirse y venderse a cada rato.
El artista de la estafa no deja pasar la oportunidad, con un producto, con otro, pero siempre en el fondo es el mismo aburrido cuento: alguien desesperado para no padecer más la sensación de impotencia que se sumerge en delirios de grandeza, en promesas de poder, por lo cual pagará hasta lo que no tiene y perderá hasta lo que posee.
¿Qué venden y cómo se enriquecen a más no poder las religiones, los cabalisteros, los gurúes, los sanadores milagrosos, los fabricantes-vendedores de objetos mágicos, los astrólogos, los seudo científicos con improbables herramientas alquimistas, los mano santas, los “rabinos” milagreros, los fraguadores de pirámides multinivel, cualquiera de los clérigos mesiánicos, líderes y jefes de sectas, los traficantes de la fe en cualquiera de sus versiones?
Todos hacen su negocito, con más o menos habilidad para el engaño, con mayor o menor conciencia de la estafa que representan. Ellos creen obtener algún poder sobre sus víctimas (y a veces lo consiguen materialmente), así como éstas creen obtener algún tipo de poder místico-cósmico que resolverá tales o cuales angustias y sentimientos de culpa. Todos sin excepción, víctimas y victimarios forman parte de un engranaje de esclavitud, de miseria, de falsedad, de EGO. Aunque algunos se enriquezcan (y muchas veces en cientos de millones de dólares) y otros tengan dominio sobre vidas, no dejan de ser todas almas que padecen en la celdita mental de sus propios EGOs.
Desde el punto de vista del embaucador, hay que prometer poder, al mismo tiempo amenazar con toda clase de inconvenientes, sufrimientos, impotencias para aquel que rechace el ofrecimiento.
Hay que engrandecer los mágicos beneficios que se obtendrán, hacerlos maravillosos, increíbles, imposibles de alcanzar de otra manera, porque aunque con razonamiento mesurado toda la fantasía se caiga, es más fuerte el sentimentalismo, el ansia, la codicia, el deseo de poder.
Hay que regodearse en la impotencia actual de la víctima, en lo que falta, en el fracaso, en el miedo, en el éxito de otros, en la vergüenza de ser miserable, en la humillación de quedar fuera de la nave de los salvos, agrandar la imagen de dolor y pesadillas que se tienen y se temen.
Hay que hundir en sentimiento de impotencia al comprador, dando la única esperanza a través del producto/servicio que se está ofertando a precio carísimo.
Hay que prometer y prometer, mucha promesa, cuanto más irreal e imposible de comprobar mejor.
Hay que someter a escarnio, a humillación, a dudas, a desear lo inalcanzable. Hay que hacer sentir el miedo, recordar el espanto de la soledad, los engaños sufridos, la sombra permanente de la impotencia, hay que llevar al borde de la desesperación para ofrecer luego pan y agua junto a promesas maravillosas de salvación ideal.
Hay que presentarse de manera prolija, simpática, risueña, expeliendo aroma de triunfo y seguridad. Hay que conducir el más vistoso carro, vestir los más refinados trajes, lucir la más suculenta compañera, llenarse de brillos y reflejos; o, dar la imagen del serio y reservado hombre piadoso, señor de los misterios, en ropas de religioso pundonoroso. Hay que demostrar que uno está por arriba de los demás, pero es capaz de bajar al llano, donde se encuentra el comprador, para ofrecerle esa mano milagrosa. Hay que desarmar a los otros con la presencia de gloria, con amenazas a los contrarios, con la palmada dulce y falsamente amistosa. Hay que usar el disfraz necesario, el título rimbombante, el figurín que atraiga como un imán a los sedientos de poder. Hay que admirarse como hombre del dios, elegido por el destino, iluminado con la clave del poder universal y rodearse de acólitos, tontos y mercenarios para amurallarse detrás de sus adulterados elogios.
Hay que prometer poder, uno increíble, cuanto más fantástico será más fácil de vender.
Hay que ofrecer aquello que no es posible demostrar, y si se quiere demostrar que sea con testimonios trucados, experiencias fingidas, publicidad engañosa, pretendidos expertos en la materia que solamente aspiran a obtener su porcioncita de poder o dinerillo.
Sí, hay que desligarse de toda lógica y razonamiento y poner las satisfacciones prometidas en un tiempo remoto, en un estado absolutamente diferente, en un mundo por venir, en un próximo negocio que saldrá.
Hay que permitir que la ilusión del EGO, nuestro primer salvador, siga su curso, y forme al rebaño detrás del que se ofrece como líder.
Si el premio no se obtiene, en algo fracasó la víctima, no el sistema o el vendedor. No tuvo suficiente fe, no pagó lo necesario, dudó, se apuró, otra persona hizo “un trabajo” para que tropezara, hay una fuerte lucha “espiritual”, todavía no era el tiempo de la cosecha, mala suerte, torpeza del comprador, etc.
Siempre el estafador encontrará la manera de que recaiga sobre la víctima el fracaso, de ese modo lo asegura en una situación de impotencia lo que le requerirá mayor inversión para alcanzar la prometida esperanza. El perdedor cooperará para tapar el asunto, para encontrar justificativos, para hacer que otros caigan junto a él, pero en lo posible dejar en alto el honor de su victimario… es que, en el fondo sigue creyendo en esas promesas de poder que tan bien le supo engalanar el vendedor de ilusiones.
Y, repito, cuanto más fantástica e improbable (imposible de probar) sea la promesa, más ingenuos corren a comprarla.
Así, el mejor cómplice del defraudador es su víctima.
Siempre el mismo patrón, sea en los engaños religiosos, en volteretas seudo espirituales, en eventos místicos, cultos “cabalísticos”, negocios en fraudulentas pirámides multinivel, en esquemas Ponzi, venta de objetos curativos, dólares falsos, tiempos compartidos desastrosos, cintas rojas contra el mal de ojo, bendiciones de sabios para curar maldiciones, peregrinaciones a tumbas de santos, reliquias de mártires, charlatanería seudo científica, medicina criminal, compras de votos, clientelismo político, supuestas reencarnaciones, pagar para poner papelitos en el Muro de los Lamentos, falsos profetas de todas las épocas, lideres religiosos camaleónicos (D. Hernández, al ejemplo), pago por recitación de salmos, amuletos y otras supersticiones (aunque las ofrezcan “rabinos”), prelados vendiendo indulgencias, conversiones al judaísmo online, recuerdos de otras vidas, sanaciones espirituales, cultos varios, negocios fáciles y rápidos donde con poca inversión se obtienen inmensos beneficios, fraudes y más estafas, siempre el mismo patrón, siempre el deseo de poder de la víctima cegando el camino al entendimiento y discernimiento.
Y, no es cuestión de inteligencia, ni de conocimiento académico memorizado, ni de aptitud para el ingenio, puesto que hasta los más notables y calculadores son esclavos también de sus EGOs. Recuerda, el EGO toca resortes que son más profundos que la zona del cerebro propiamente humana, nos hace reaccionar de manera primitiva, animal, allí donde la grandeza humana queda reducida a unas neuronas juguetonas y a unas hormonas traviesas.
Así, el genio junto al escuálido se juntan a adorar las mismas patrañas, el rico con el hambriento, el opulento con el lumpen, quien habla hebreo con el extranjero, todos por igual sirviendo a su sed de poder, a su añoranza de librarse de la impotencia.
El sagrado texto nos presenta el primer caso registrado de una de estas estafas de “venta de poder”, acompáñame a releerlo.
"Y el serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo que el Eterno Elokim había hecho, dijo a la mujer: -¿De veras Elokim os ha dicho: ‘No comáis de ningún árbol del jardín’?
La mujer respondió al serpiente: -Podemos comer del fruto de los árboles del jardín.
Pero del fruto del árbol que está dentro del jardín ha dicho Elokim: ‘No comáis de él, ni lo toquéis, no sea que muráis.’
Y el serpiente dijo a la mujer: –Ciertamente no moriréis.
Es que Elokim sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Elokim, conocedores del bien y mal.
Entonces la mujer vio que el árbol era bueno para comer, que era atractivo a la vista y que era árbol codiciable para alcanzar sabiduría. Tomó, pues, de su fruto y comió. Y también dio a su marido que estaba con ella, y él comió."
(Bereshit / Génesis 3 1:6)
El mismo esquema, se repite y cambian solo algunas circunstancias y eventualidades.
Mira como actuó Jushai/Husai en 2 Shemuel / II Samuel capítulo 17, vendiendo espejitos de colores y a Abshalom comprándolos (el motivo del consejero y la justicia del hecho no la estamos evaluando, sino el método así como el resultado).
Mira 1 Melajim / I Reyes capítulo 22, para encontrar cómo operaban los falsos profetas y contrastarlos con el profeta de la verdad, para otro ejemplo.
Mira Iejezkel / Ezequiel capítulo 13, y verás una descripción bastante ajustada a la actualidad, con toda su manga de mercachifles y estafadores cabalisteros que van uniformados como lo que se supone “ortodoxo” y lideres de generación.
Estudia el pasaje de Bereshit, usa el conocimiento que compartí contigo, observa como actúa el vendedor de humo y cómo opera el EGO de la víctima.
Luego, si tienes suficiente fortaleza multidimensional, trata de ver en qué puntos eres tú una víctima o un victimario.
Si te encuentras identificado, tal vez sería hora de comenzar un proceso de corrección.
Un gran paso en rectificarse se encuentra en estas simples pero sagradas palabras: “tamim tihie im Hashem Elokeja” – “Íntegro serás con el Eterno tu Dios” (Devarim / Deuteronomio 18:13).
No estamos en el camino del Eterno cuando nos complicamos con cosas innecesarias, cuando dejamos de ser simples para aparentar santidad, ni cuando pretendemos alcanzar un poder que no tenemos ni nos corresponde.
Seamos simples, seamos claros, seamos íntegros.
No vaguemos sedientos de poder detrás de espejismos.
No desperdiciemos la vida, la única que sabemos que tenemos. Sino mejo vivamos con entereza, disfrutando a pleno de lo que tenemos permitido.
En las inspiradas y sabias palabras del salmista:
"[Canto de ascenso gradual] Bienaventurado todo aquel que reverencia al Eterno y anda en sus caminos:
Cuando comas del trabajo de tus manos, serás feliz, y te irá bien.
Tu mujer será como una vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos serán como brotes de olivo alrededor de tu mesa.
Así será bendecido el hombre que reverencia al Eterno.
¡El Eterno te bendiga desde Tzión [Sion]! Que veas el bien de Ierushalaim [Jerusalén] todos los días de tu vida.
Que veas a los hijos de tus hijos. ¡La paz sea sobre Israel!"
(Tehilim / Salmos 128)
Sin disfraces, sin laberintos de imposiciones rigurosas, sin patrañas, sin superstición, sin magia, sin promesas improbables, sino una vida plena, feliz, de satisfacción, aquí y ahora, de compromiso, de trabajo, de esfuerzo, de dedicación, completa, real, espiritual porque se asocia a lo material.
Atiende el consejo para que vivas.
Maravilloso aporte!!!
A compartirlo!!!
15/12/2013 – 12 TEVES 5774 Y no solo sobre temas religiosos; es cierto. El ser humano tiene necesidades que de una manera u otra necesita cubrir. Todos queremos mejorar nuestra situación economica y social, quizás como motivo de superación propia, lo cual es más o menos loable; tener una estabilidad que nos permita vivir sin sobresaltos para uno mismo y su entorno. Debería y debe ser así, me he ganado mi status con mi esfuerzo y preparación humana, no me debo a nada que me fuerze u obligue, la sociedad me ha tratado bien, trataré yo bien a la sociedad.… Read more »
No ser si por ser judío y/o por no creer en un mito uno ya es buena persona. Tengo mis dudas
Hablo del individuo que per sé es buena persona (Judío o Noajida) y que vista por otra persona que conoce la identidad de cada uno comenta que Pero o Aunque es Judío o Noajida es buena persona…Siempre ese Pero o Aunque.
Por supuesto que ser Judío o Noajida no garantiza el ser buena persona.Es el compromiso de cada uno con el Judaismo o con Bnei Noaj. Con El Creador y con la vida
asi si