Bereshit («En el comienzo») es la primera parashá del primer tomo de la Torá, el sefer Bereshit, conocido en español como «Génesis».
Es una porción riquísima y variada, que ha dado motivo para miles de libros, millones de artículos, infinidad de enseñanzas, ya que relata la visión espiritual del comienzo de nuestro universo, y en especial los inicios de la humanidad.
Para facilitar este encuentro, vamos a señalar las siguientes temáticas en ella:
- Creación
La Torá comienza con el relato del Creador creando todo lo existente, tanto en lo material como espiritual. De acuerdo a Su Voluntad fue una obra paulatina, originando el caos, introduciendo la energía y la materia, dando forma y orden, estableciendo leyes y dejando que la maquinaria infinitamente compleja continuara laborando y desarrollándose.
A esto lo conocemos como los seis días de la creación, que en realidad hace alusión a seis etapas de este proceso, que luego se continuó en un período especial al cual conocemos como «shabat», es decir, de cese de la actividad creativa del Creador. - Creación del ser humano y el árbol del Conocimiento del Bien y del mal
Durante el sexto período/día, la Divina Voluntad forma al primer ser humano, que era al mismo tiempo varón y hembra en un solo ser, que es conocido como Adam.
Este ser, difícil de concebir por nuestra mente, en determinado momento reconoció su soledad, por ello buscó denodadamente compañía entre las otras criaturas vivientes, pero no la halló. Entonces, el Eterno continuó su trabajo de formación, ya que separó a Adam para transformarlo en dos individuos, el varón y la hembra, que al encontrarse se reconocieron como complementarios, y así formaron la primera pareja humana.
Ambos vivían en el Gan Eden, donde libremente comían de toda la inmensa abundancia vegetal que había, en armonía con todo lo creado. Sin embargo, el Eterno había establecido que el ser humano no comiera del árbol del Conocimiento, del bien y del mal, pues aún no era el momento para hacerlo. En un confuso incidente, la mujer, comió del fruto y luego dio de comer al varón. Como consecuencia de este acto, vieron afectada su estatura espiritual, por lo cual no pudieron morar más en el Paraíso. Hay mucho más que pudiéramos contar y comentar, pero nos extenderíamos demasiado. Invito a que estudien con ánimo y profundidad toda esta sección de la Torá. - Caín y Abel
Adam y Java tuvieron muchos hijos e hijas. Los dos primeros varones fueron Caín y Abel. El primero se dedicó a la agricultura, el segundo al pastoreo. Caín sintió la necesidad de relacionarse con el Creador, aquel que había sido muy cercano a la experiencia de sus padres, pero que para él aparecía lejano, por lo cual, tuvo la idea de relacionarse con Él por medio de elevar aromas de alimentos quemados. Es el origen de lo que conocemos como korbanot, ofrendas o sacrificio. Así pues, fue el primero que se dedicó a lo que podríamos llamar «religión». Abel copió su idea, y la desarrolló hasta mejorarla, pues ofrendó un animalito sabroso en lugar de vegetales ya pasados, de acuerdo a lo que narra nuestra tradición. La ofrenda de Abel fue aceptada por el Creador, lo que vino a agravar rivalidades mutuas, que iban aumentando el enfado, que devino en agresiones físicas, hasta que finalmente Caín asesinó a Abel. El Eterno castigó a Caín por su acto sanguinario y por su indolencia para no sobreponerse a sus malos deseos, haciéndolo errante sobre la tierra. - Generaciones siguientes, la época ante-diluviana
Los hijos e hijas de la primer pareja procrearon y la tierra se fue llenando de personas. Diez generaciones pasaron desde Adam hasta Noaj/Noé, en ellas ocurrieron muchas cosas, hubo avances en la cultura y la civilización, que son someramente contadas en breves líneas de la Tora.
Entre tantas personas, solamente hubo dos justos, Janoj/Enoc y Metushelaj/Matusalén. Con cada generación la humanidad iba perdiendo cada vez más el Norte espiritual, lo que aparejaba una degradación moral y física. Tanto era la corrupción que los hijos de la décima generación, desde Adam, llegaron a no vivir totalmente de acuerdo a las facultades inherentes a humanos. Sus actos plagados de maldad fueron llevando a la humanidad al desastre y al mundo a la corrupción, lo que provocó un descalabro ambiental que trajo como consecuencia el diluvio.
Sin embargo, Noaj/Noé se comportaba de tal modo que pudo obtener un juicio favorable por parte de Dios, lo cual continuaremos estudiando, si Dios quiere, en la parashá siguiente.
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