PARASHÁ: METZORÁ
Parashá: Vaikrá / Levítico 14:1 – 15:33
Haftará: Melajim II / Reyes II 7:3 – 20
Seleccionamos de la parashá
1. El peligroso vicio de la maledicencia.
2. Evitar el mal uso de la palabra.
3. Procedimientos para perfeccionar el carácter.
4. El valor fundamental de la honestidad.
5. El valor enorme de la verdadera humildad.
6. La enfermedad no afecta a un solo plano de la persona, sino que perturba de manera multidimensional.
Dice la parashá:
"El sacerdote saldrá fuera del campamento y examinará al metzorá; y he aquí que si la llaga de tzaraat del metzorá está sanada"
(Vaikrá / Levítico 14:3)
El fragmento citado refiere a una persona que ha pecado, es decir, se ha apartado del camino del bien y la justicia.
A causa de su acción impropia está afligida espiritualmente, sufre, y su malestar puede extenderse a otras dimensiones de su realidad y no solamente a su plano espiritual.
La Torá indica aquí que debe ser vista por el cohen, el sacerdote, el experto en asuntos de santidad y pureza.
¿Por qué?
Una de las razones es para que la persona afectada puede ver al tzadik, el hombre justo, que se está preocupando por su bienestar.
Esta interrelación personal y esta demostración de aprecio sincero por parte del tzadik,
sirven como aliciente para que el pecador se dé cuenta de su calamitoso estado espiritual,
y por tanto se arrepienta de sus pasos errados, y comience así un proceso de curación espiritual que redundará en probable curación del cuerpo.
Basado en el "Leket Imrei Kodesh", del Rebbe Sholom de Belz.
Enseñanza para comentar y pensar: El santo disfrute
Un maestro y un estudiante estaban comiendo un melón.
Aquel era un maestro que procuraba no dejar ocasión para enseñar algo relevante a sus discípulos.
No dejaría pasar ahora la oportunidad, entonces preguntó:
— ¿Cómo está? ¿Está bueno?
El estudiante fue sorprendido por la cuestión y no supo qué responder.
Intuyó que el maestro deseaba escuchar una réplica sabia, llena de piedad, de aquellas que demuestran el alto nivel espiritual de quien habla.
En apurado silencio el alumno hizo mil cálculos diferentes, rebuscando entre las palabras de su memoria para elaborar la siguiente respuesta santurrona:
— Sabio maestro mío. Como tú me has enseñado, de acuerdo al camino de los santos de antaño, tengo que expresar que lo que percibimos como realidad, no existe. Es todo una emanación del Divino Deseo, un sueño de Dios, esto que en nuestro egoísmo mundanal denominamos realidad.
La verdad eterna es que el sabor del melón no existe, tal como el melón tampoco existe, ni tú (mi sabio y santo maestro), ni yo.
Es todo apariencia, vanidad, fantasía, emanación sin más realidad que el Divino Deseo.
Esto que creo percibir como sabor es una reacción ilusoria del sentido del gusto de mi lengua en contacto con el melón. Todo es una sombra que…
El maestro interrumpió el aburrido discurso con un veloz gesto de su brazo y unas rotundas y breves palabras:
— ¡No sé de qué me hablas, el melón está muy bueno!
Preguntas para reflexionar
1. ¿Por qué crees que hay gente que considera que es bueno privarse de los bienes saludables y permitidos?
2. ¿Cuándo se usan las excusas?
3. ¿Cómo se puede obtener mayor satisfacción de las cosas?
4. ¿Cómo puedes relacionar este relato con la enseñanza de la parashá?
¡Te deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco