Rabí Yehuda haLevi en el Cuzarí enseña (entre otras cosas): “Lo fundamental no es filosofar sobre la teoría, sino la práctica por medio de la acción, es decir, el cumplimiento de los mandamientos del Eterno con corazón íntegro”.
Ésta no es una prédica solitaria del famoso rabino español, sino que es una reiteración del mismo mensaje que una y otra vez surge de las fuentes de la Tradición.
Siglos antes, en la Mishná nos encontramos con la famosa definición: "No es el comentario lo fundamental, sino el llevar a los hechos lo estudiado" (Avot 1:17).
Porque muchos se confunden y suponen que en la fe, o en la palabrería, o en el conocimiento desprovisto de acción está “el camino” a Dios, pero en los hechos, lo que el Eterno exige del hombre, de todo hombre, no va por el lado de la teoría, ni del sentimentalismo, ni de las creencias huérfanas de realización práctica. El camino del Eterno ES el cumplimiento de aquellos preceptos que le competen a cada uno. Según vimos: "Yo te diré todos los mandamientos, las leyes y los decretos que les has de enseñar, para que los pongan por obra en la tierra que les doy para que tomen posesión de ella.’ ‘Tened cuidado, pues, de hacer como el Eterno vuestro Elokim os ha mandado. No os apartéis a la derecha ni a la izquierda. Andad en todo el camino que el Eterno vuestro Elokim os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y para que prolonguéis vuestros días en la tierra que vais a tomar en posesión." (Devarim / Deuteronomio 5:28-30).
Y en la misma Torá escrita encontramos: "Pondréis por obra mis decretos y guardaréis mis estatutos para andar en ellos. Yo soy el Eterno vuestro Elokim. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis decretos, los cuales el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Yo soy el Eterno." (Vaikrá / Levítico 18:4-5).
Sí, así es. Es al cumplir con los mandamientos, al poner por obra, al andar por el camino establecido por el Eterno de acción edificante, esa es la manera de “vivir”, aquí y en el más allá. No por medio de la fe, ni por salvadores, ni lisonjas a santos, ni por ayunos que nadie demanda, ni por santurronerías carentes de sustento, ni por la palabrería, ni siquiera por ser ducho en conocimiento esotéricos o más concretos. Lo que vivifica realmente, lo que da sentido a la existencia es el lleva una vida en sintonía con los mandamientos del Eterno. Siete que Él declaró para cada uno de los hijos de las naciones del mundo, en tanto que 613 dio para el pueblo judío.
Y el profeta, ¿qué nos dice de parte del Eterno?
"Si un hombre es justo y practica el derecho y la bondad, –porque: no come sobre los montes (ofrendas de idolatría), no alza sus ojos hacia los ídolos de la casa de Israel, no mancilla a la mujer de su prójimo, no se une a mujer menstruosa, no oprime a nadie, devuelve su prenda a quien le debe, no comete robo, da de su pan al hambriento y cubre con ropa al desnudo, no presta con usura ni cobra intereses, retrae su mano de la maldad, obra verdadera justicia entre hombre y hombre, camina según mis estatutos y guarda mis decretos para actuar de acuerdo con la verdad-, éste es justo. Éste vivirá, dice el Señor Elokim." (Iejezkel / Ezequiel 18:5-9).
Veamos la lista de acciones que describe a un hombre de justicia y bondad, y sin sorpresa, encontramos que las cuestiones rituales no están mencionadas, las teológicas apenas si son apuntadas, pero lo que rescata y destaca el profeta como mensajero verdadero del Eterno es la acción concreta en la realidad, aquella que obra en las relaciones con el prójimo.
El Eterno promete VIDA, aquí y en la eternidad, y no resalta para nada la fe, ni la adhesión a milagreros, ni la adulación de personajes, ni la adiposidad conseguida por estudiar textos reservados, ni el repetir lemas religiosos, ni los malabares cabalisteros, ni los bailoteos supuestamente místicos, ni… ¡no, nada de eso es lo que desea Dios del hombre!
Él expresa, una y otra vez, sin cansancio, con paciencia, eternamente, que nuestra forma de vivir debe ser de acuerdo a los mandamientos que nos corresponden, que en su base y sustento son: bondad y justicia.
Ahora, cada cual puede salpicar su existencia con las creencias que le plazca, con los rituales que le acomoden, con las excusas que pergeñe… por eso estamos sometidos al EGO.
Pero el mensaje no cambiará, ya que Dios ha hablado y Él no es hombre para cambiar según la opinión de uno u otro.
Así pues, vive como Dios manda, para que no sobrevivas como a tu EGO se le ocurra.
Elige la vida: "Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tus descendientes, amando al Eterno tu Elokim, escuchando su voz y siéndole fiel" (Devarim / Deuteronomio 30:19-20).