FULVIDA: te lo comparto

Ahora más que nunca DEBEMOS formar y sostener grupos noájidas que sean INCLUSIVOS.
Es decir, que sean abiertos, dispuestos a incluir y no a excluir.
Que sean herramientas de unidad aún dentro de la diversidad.
Donde no se discrimine negativamente, sino solamente se mantenga a raya en base a estrictos patrones de afinidad con las leyes humanas y especialmente divinas.
Grupos activos, participativos, en donde NO se privilegie a una cúpula de líderes y sus segundones aduladores y serviles.
Verdaderos hogares, en los cuales encontrar cariños, comprensión, estímulo positivo, apoyo, descanso, oportunidades, camaradas, paz.
Donde se acepten a todos los que vienen en honesta búsqueda del encuentro.
Lugares propicios para que sean escuchados a los que tienen algo para decir, aunque no sea exactamente el mismo lema conocido, similar idea, idéntica creencia.
Donde la palabra sea bienvenida, aunque no sea compartida, siempre y cuando no sean agresiones, rebeldías, denigraciones, malicias, delictivo o netamente negativo (idolátrico o contrario a los mandamientos).

Si alguna persona quiere incluirse en el grupo de noájidas, pero por ejemplo no soporta, o disiente, con el moré Yehuda, ¡igualmente sea bienvenido!
Si alguno opina diferente al moré, en tanto no pregone maldades, corrupción o delitos, ¡bienvenido!

Te digo más todavía, si es uno que lamentablemente sigue creyendo en dioses y/o salvadores falsos, como Jesús –con cualquiera de sus nombres y sabores-, pero no anda haciendo de misionero,  por mi parte también le digo: !bienvenido!
No tengo inconveniente en recibir en nuestro hogar, virtual o en el mundo real, a aquel que profesa fe en sus dioses, o supuestos redentores mesiánicos, siempre y cuando no traiga su mensaje de perdición a nuestro hogar, ni pretenda hacerse pasar por amigo para traicionarnos vilmente y como han acostumbrado desde tiempos inmemoriales.
Bienvenido el adorador de falsedades, pero afuera debe quedar su prédica y si accionar corrupto. Con su vida, que haga lo que quiera, pero no en nuestro hogar, no con nosotros. Es simple de entender, ¿no?
Igualmente, bienvenido el que no cree en ninguna deidad, o en alguna deidad inconcebible.

Ten en cuenta: nadie es libre si no quiere serlo.
Por más que le abras la puerta y le muestres el camino, es el esclavo del EGO quien debe traspasar el umbral y caminar como un ser libre. Tú no puedes hacer su parte.
Puedes ayudarle, darle una mano, mostrarle, enseñarle, alumbrarle, cobijarlo, pero no puedes caminar por él, ni obligarle a creer o a dejar de creer.
Tú no puedes liberar a nadie de su EGO, solamente a ti mismo. Pero puedes ser aquel que dio el impulso al prójimo para ser libre.

Debemos ser  hogares, virtuales y en el mundo real, para todo quien pasa por nuestro camino.
Convidarlo a descansar, a relajarse, a comer y beber, a pasar un rato agradable, sin predicarle, sin atosigarle, sin pretender adoctrinarle, sin querer “convertirlo”, sin llenarlo de palabrería soberbia y sin espiritualidad. Simplemente ser personas con las personas. Duros y combativos en la defensa contra los enemigos, todo dentro de la ley; pero amables y solícitos con los perdidos, desamparados, desnortados, errados, gente de buena fe pero escaso conocimiento y luces.

Tenlo siempre presente: no somos religión, no precisamos manipular, no somos secta, no andamos detrás del dinero o del poder de las “ovejas”, no adoramos al EGO.
Somos constructores de Shalom, con todo lo que eso implica.
Es sencillo, tanto como tú quieres que lo sea.

Ahora, tú te sumas o restas.
Tú compartes y haces tu parte, o dejas que todo siga por la misma ruta oscura y dolorosa.

¡Adelante!

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