«¿Debemos asumir que Dios desea que pasemos el día más santo del año (Iom Kippur) concentrados en nuestros pecados?
¿Qué tipo de energía espiritual sería generada por una sala llena de gente concentrada en el pecado?
Más bien, la intención es que nos concentremos en Dios, en Su infinita grandeza y Su infinita bondad y compasión hacia nosotros.
La plegaria final no es llamada Neilá porque los portales del perdón se cierren entonces, sino porque en ese momento hemos intensificado tanto nuestra relación con Dios y nos sentimos tan cercanos a Él que cada uno de nosotros se experimenta a sí mismo sólo con Dios, como si todos los demás estuvieran fuera de ese lugar, tras puertas cerradas.
¿Por qué entonces todas las confesiones y las súplicas de perdón?
Porque son la verdadera expresión de esta cercanía. Sólo cuando nos sentimos realmente cercanos a alguien significativo entendemos por cuántas cosas debemos pedir perdón.»
R. Mendel Futerfass