Los jueces y políticos que nos merecemos

El pueblo judío estaba en sus inicios, era hora de designar a aquellos que se harían cargo de administrar justicia, de entender en leyes, de ayudar a organizar y ordenar los interés del pueblo y sus individuos.
¿Quiénes serían los elegidos?
Moshé siguió el consejo del sabio y experimentado Itró, quien le había dicho:

«Enséñales los decretos y las Torot [instrucciones], y muéstrales el camino a seguir y lo que han de hacer.
Pero selecciona de entre todo el pueblo a hombres capaces (o militares), que veneran a Elohim, hombres íntegros que aborrezcan las ganancias deshonestas, y ponlos al frente de ellos»
(Shemot/Éxodo 18:20-21)

Tal es el perfil de los jueces dignos que permiten que la justicia fluya por entre las venas del pueblo.
Gente capaz, de principios éticos sólidos.
En aquel momento era necesario que fueran militares, porque estaban habituados a la disciplina, a recibir órdenes sin cuestionarlas, a ser leales a sus principios. Luego, cuando el pueblo ya fue fortaleciéndose mucho después de la esclavitud de Egipto, ya no sería imprescindible la formación militar para sus jueces, pero sí que tuvieran esos mismos fundamentos. Porque se precisa gente confiable, previsible, que respeta las estructuras, que se sabe parte de una maquinaria mucho mayor y que sin embargo ellos como individuos son valiosos y con algún rol que cumplir que resulta imprescindible para el bienestar colectivo.
Pero también gente que tuviera conciencia de Dios, que Le venerara.
Que supieran Quien está a cargo de todo, que no hay actos corruptos que queden cubiertos.
Que tuvieran claro que es Dios el que manda y ellos servirían como sus instrumentos para hacer llegar la Ley Divina al pueblo.
Se necesitaba gente íntegra, apegados a la verdad. No gente de medias tintas, que viven inventando excusas y usando justificaciones para no hacer su parte.
Pero también hombres que detestan el soborno, que saben ganar su sustento legalmente y no pretenden usurpar poderes que no les corresponden. Gente que no fuera posible de corromper con regalos o promesas, ni que aspiraran a conseguir logros aprovechándose de su posición ventajosa.
Hombres honestos a más no poder.
Esos debían ser los que estuvieran a cargo de la justicia y de la administración del pueblo de Dios.
Obviamente que no clérigos religiosos.
Nada de políticos escurridizos que buscan sus ventajitas.
Ni los llenos de orgullo que quieren el aplauso y la sonrisa aprobatoria por detentar una parcelita de poder.
No esos corruptos que se llenan los bolsillos con el dolor de su pueblo.
Ni tampoco los que adoran el EGO y pierden de vista el código ético/espiritual.

Gente espléndida pero normal, esos eran los que Moshé tenía que escoger de entre el pueblo para enseñarles la instrucción de Dios, ponerlos al tanto de los procedimientos legales, hacerlos responsables de que todo funcionara de acuerdo a lo previsto por la Ley Divina.
Cuando una sociedad tiene a estos funcionarios dirigiéndolos, impartiendo justicia, administrando los fondos públicos, el resultado es maravilloso:

«Si haces esto, y Elohim así te lo manda, tú podrás resistir; y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.»
(Shemot/Éxodo 18:23)

Cada personas estará en paz.
Luego del veredicto que reciba, cada uno estará en clama y sin rebeldía. Aunque no haya ganado el juicio, aunque la sentencia le haya declarado culpable, igualmente así estará en paz.
Habrá SHALOM para el individuo y para la sociedad.
¿Saben por qué?
Porque habrá realmente justicia y no tejemanejes de políticos corruptos, juicios fraguados de magistrados abusivos y desviados.
La gente estará en paz, aunque no hayan ganado su juicio porque sabrán efectivamente que se ha administrado justicia, de acuerdo al sano criterio del juez y de acuerdo a la Ley de Dios.

Sería estupendo vivir en sociedades así, pero creo que pocos tienen ese privilegio.
¡Qué tanto se ha avanzado en ciencia y tecnología en estos 33 siglos, desde la entrega de de la Torá, pero que tan rudimentarios y aprisionados por el EGO que seguimos!

Igualmente tengo confianza de que pronto llegará la Era Mesiánica, en la cual desde el más alto funcionario (el propio Mashiaj, o rey de Israel y líder del mundo) hasta el último en el escalafón será un ejemplo de justicia y por ello habremos vencido al EGO y habrá SHALOM dentro y fuera.

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Jonathan Ortiz

Suena utópico dado el panorama político actual, pero ojalá algún día.
Gracias

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