Shabbat: Jeshvan 13, 5767; 4/11/06
Un comentario de la Parashá Lej Lejá (Bereshit 12:1 – 17:27)
En ocasiones debemos permanecer en el mismo lugar.
Pero, en otras oportunidades permanecer significa retroceder, perderse, esfumarse cual si nunca se hubiera existido. Tal como los que están en su canoa y sufren una fuerte corriente en contra, y no hacen esfuerzo para avanzar, indefectiblemente serán arrastrados hacia donde no quieren. Serán manipulados, llevados en contra de su deseo y aspiración. Y llegarán a puertos ni siquiera soñados, generalmente ajenos, frecuentemente adversos. Tal es el destino de los que pretenden permanecer inalterables en una situacón en la cual es necesario remar, y hacerlo con vigor, para no extraviarse.
En nuestra parashá, el Padre celestial conmina a nuestro patriarca Avraham a que deje su estilo de vida, que abandone la cultura que conoce, e incluso que deje de lado su propia identidad como parte de la sociedad caldea.
Le ordena que dé un vigoroso paso hacia lo desconocido, con la intención de crecer, de aproximarse a lo Alto.
No es un requerimiento sencillo, puesto que tras 75 años de peregrinaciones personales, de adquisiciones, de encuentros y desencuentros, Avraham ya estaba habituado a una forma de ser. Que ahora, según dictamen celestial debía despojarse de todo ese caudal, para incursionar en un terreno novedoso, misterioro. Debía introducirse en el terreno de los valientes espirituales, aquellos que no temen mirar a los ojos hacia lo desconocido y atreverse a buscar respuestas que brindan confianza y plenitud.
Y Avraham, nuestro patriarca y nuestro modelo de vida, tuvo ese coraje y esa convicción.
Él se atrevió a llegar adonde nunca nadie había llegado antes.
Quebró con las enseñanzas y doctrinas de las escuelas y religiones predominantes, se alzó en contra de todas las estafas espirituales que se presentaban como verdades incuestionable, tuvo el arrojo para ir a la conquista de una nueva identidad personal y grupal.
Actualmente tenemos su valioso ejemplo, contamos con sus enseñanzas y las de los justos y sabios que le continuaron. Para nosotros el camino se presenta mucho más terso. Sin embargo, debemos ser también personas aguerridas para pararnos con firmeza en contra de las mentiras, de las corrupciones, de los despotismos, de las religiones que extravían de la buena senda, de todos los llamados a gozar de lo prohibido. Debemos actuar con valentía, aunque no nos sintamos aún valientes, para crecer, para trepar en espiritualidad, para remar TODOS JUNTOS hacia el mismo buen puerto.
Es nuestro deber y es también nuestra recompensa.
¿Estamos preparados para asumir con altura este reto?
Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!
Moré Yehuda Ribco
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