El espléndido salmista nos enseña:
«Venid, oh hijos, escuchadme; el reverente respeto al Eterno os enseñaré: ¿Quién es el hombre que desea vida? ¿Quién anhela años para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela.» (Tehilim / Salmos 34:12-15)
Dijo el Rabí Janán Bar Rabá:
«Todo el mundo sabe qué una novia ingresa bajo el palio nupcial para casarse (y mantener relaciones íntimas), pero si alguien pervierte su habla para mencionarlo (a los actos íntimos), provoca que, aunque [la corte celestial] le haya decretado 70 años de bienestar, la buena sentencia se revierta y el decreto sea de mal para él.» (Shabat 33a)
Si cuidamos nuestra lengua, protegemos nuestro presente y nuestro porvenir. Mira con atención la primera cita y compárala con la segunda. En el texto del salmista se menciona a aquel que habla maldad, engaña, tuerce sus palabras para provocar el daño. En la frase talmúdica se refiere a una persona que usa su habla para la burla chabacana, para las obscenidades, para mencionar lo que es un acto lícito pero que debe permanecer bajo el manto de la modestia y del recato.
Son copiosas las reglas al respecto del cuidado de la palabra, para aprender qué decir, cómo decir, a quién, etc. No haremos siquiera un pequeño resumen al respecto, pues otros ya lo han hecho mucho mejor. Simplemente queremos reiterar la idea, cuidemos nuestra vida, al no abusar de nuestra capacidad de hablar.
Te recuerdo ahora cuatro pilares que sostienen la Comunicación Auténtica ((Si te interesa, usa el buscador integrado al sitio y encontrarás decenas de artículos al respecto de la «Comunicación Auténtica».)), por medio de la cual uno se preserva de detruirse a causa de sus dichos al tiempo que edifica una relación de mayor armonía con sus semejantes. Los pilares son:
- Sé sincero, pero ubicado en lo qué dirás.
- No des nada por sentado, es mejor preguntar que suponer.
- Respeta a tu interlocutor, aunque no aceptes ni compartas ni una letra de lo que te dice.
- No admitas que se te falta el respeto, ni siquiera un poquito.
Protege tu vida, porque si no lo haces, ¿quién lo hará por ti?