Días de Juicio: La Voz de la Justicia y el Coraje en Tiempos de Crisis

Hace un año, el mundo era distinto.
Teníamos menos empacho para filosofar.
Podíamos tomarnos como serias preguntas tales como: si realmente deberíamos considerar nuestro destino literalmente «escrito y sellado», en la Neilá de Kipur.
¿Qué importaba, si solo eran malabares mentales?
Sí, el mundo también cruel y muchas veces injusto, pero era otro mundo.

Desde entonces, solo necesitamos pronunciar una fecha para darnos cuenta de lo drásticamente que ha cambiado nuestro mundo: 7 de octubre.
Hoy hay muchas más acciones, palabras y actitudes, posturas, ideologías, que están sujetos a juicio.
Ya no vivimos en un mundo idílico, con tiempo para reflexionar como si las atrocidades fueran del pasado, como si el mundo hubiera comprendido que el camino único es el de la construcción de SHALOM.

Antes del 7 de octubre, las protestas en Israel giraban en torno a darle una real independencia a la Corte Suprema y no continuar con un modelo de casta, ideológicamente sesgada y fanatizada con las modas provenientes del wokeismo yanki.
Estaban los que preferían un cambio democrático, para que fuera el pueblo quien eligiera a través de sus diputados a los miembros de la Corte Suprema.
Y estaban los más vocales, los más expresivos, los que saben gritar consignas y hacerse los defensores de supuestos derechos humanos, que reclamaban continuar con el sistema corrupto de que el amo daba paso a un nuevo amo, en una agrupación enconada en ideología y amiguismo.
Hoy día, gestión del gobierno de Israel debe enfocarse en hacer frente a la guerra contra Irán a través de sus numerosos peones, vasallos y cómplices. Debe enfrascarse en negociaciones para liberar a los rehenes, y evitar las pérdidas de vidas inocentes, especialmente las israelíes, masacradas cruelmente. Debe sortear las numerosas trampas, que de dentro y fuera de Israel, le ponen los enemigos, y aquellos que son mandatos por ellos y ni se dan cuenta el papel trágico que están jugando. (Si se dan cuenta, ¡qué terrible!).

Todos deberíamos reconocer el monstruoso comportamiento que tuvo lugar ese día, mientras exigimos con fuerza el derecho de Israel a defenderse. No podemos, bajo ningún concepto, permitir que la maldad terrorista sea normalizada. No hay lugar para dudas, ni vacilaciones. Hay un lado que defiende el bien, la estabilidad, el derecho, la paz; y otro, que hace todo lo contrario. TODO lo contrario.
Y, patéticamente, hay gente de bien que está del lado ese, del desprecio a la vida y el shalom.
Que prefieren hablar de los pobres inocentes de un lado, mientras condenan al horror a los verdaderos inocentes del otro.

Es ciertamente verdad que Hamás, y otros de esa calaña, son organizaciones terroristas, que no son sinónimo de los que se hacen llamar palestinos. Pero, ¿sabemos qué se dicen en árabe aquellos que creemos inocentes?
¿Nos detuvimos a escucharlos y entender qué están apoyando y para qué están aportando, cunado creen que los occidentales no los escuchan?
Si bien es cierto que todos los habitantes de bien del mundo merecen vivir en paz, es nuestra obligación moral condenar sin ambigüedades al terrorismo y a aquellos que lo apoyan. No debemos caer en el error de balancear la condena de estos actos horribles con críticas desmesuradas al derecho de Israel a defenderse. No podemos dejarnos seducir por las trampas de los cazadores, por los engaños de los estafadores.
Es hora de aprender árabe y de la tradición árabe, para comprender qué hilos se tejen a las espaldas de los ilusos wokes occidentales y sus amiguitos del tinglado.

No todo lo que hace el gobierno de Israel es para aceptar y celebrar, sin dudas. Los políticos son políticos. A veces se equivocan, a veces hacen cosas que lindan en la corrupción, otras directamente andan en cosas oscuras. Pero, la finalidad del Estado de Israel es vivir en paz y que los vecinos lo hagan también.
¿Es eso lo que proponen aquellos que celebran el 7 de octubre?

Que todos aprendamos a juzgar cuándo y cómo hablar; que nuestras opiniones sean escuchadas con impacto positivo, y que seamos sellados para un buen año. Gmar jatimá tová.

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