En estos tiempos de incertidumbre, donde las sombras de la duda y el miedo parecen envolvernos, Janucá se alza como una luz de esperanza y fortaleza. La festividad de las luces no es solo un recuerdo de un milagro antiguo, sino una lección viva de resiliencia y coraje que nos impulsa a encender nuestra propia luz en medio de la oscuridad.
Janucá nos enseña que incluso cuando el aceite parece insuficiente, cuando las circunstancias parecen abrumadoras, hay una chispa divina que puede mantenernos iluminados. Así como la menorá brilla más con cada vela añadida, nuestra propia vida puede encontrar brillo al añadir actos de bondad, estudio de la Torá y oración. Este es el mensaje que necesitamos escuchar ahora: que aunque la noche sea larga, la luz de Janucá nos recuerda que cada día puede traer un nuevo amanecer, una nueva oportunidad para el milagro.
En un mundo donde la incertidumbre es la única certeza, Janucá nos ofrece un faro de estabilidad. Nos recuerda que la victoria de los Macabeos no fue solo sobre un enemigo físico, sino sobre la desesperación y la asimilación cultural. Hoy, enfrentamos nuestras propias batallas, no solamente en campos de guerra reales y cruentos, así como en redes sociales y en sitios donde el mensaje antisemita es el que campea, sino en los terrenos de nuestras mentes y corazones. La luz de Janucá nos da el sntido y la fortaleza para mantener nuestras tradiciones, para ser quienes somos en un mundo que a menudo intenta moldearnos a su imagen, o hacernos desaparecer.
Cada vela que encendemos es un acto de afirmación, un grito silencioso de «¡Aún estamos aquí!» Es un recordatorio de que la luz de nuestra tradición, nuestra cultura y nuestro pueblo no se puede apagar fácilmente.
Nuestra presencia en nuestra tierra milenaria, no puede ser reemplazada por un grupo de intrusos, atrevidos y sanguinarios, que pretenden usurpar nuestro hogar y borrar nuestra historia con sus vociferadas mentiras, repetidas como chorlitos por los tontos inútiles.
Nuestra presencia en nuestra tierra milenaria, no puede ser reemplazada por un grupo de intrusos, atrevidos y sanguinarios, que pretenden usurpar nuestro hogar y borrar nuestra historia con sus vociferadas mentiras, repetidas como chorlitos por los tontos inútiles.
En tiempos de crisis, cuando el futuro parece incierto, Janucá nos insta a no solo esperar por milagros, sino a ser nosotros mismos los agentes del cambio y la luz en nuestras vidas y en las de los que nos rodean.
Así que, en estos días de Janucá, mientras encendemos las velas, recordemos que cada pequeña llama es un testimonio de nuestra resiliencia.
Que la luz de Janucá nos aliente a enfrentar la incertidumbre con esperanza, a buscar dentro de nosotros mismos la fuerza y la convicción que nuestros ancestros encontraron.
Que este Janucá nos inspire a ser el milagro que nuestro mundo necesita, recordándonos que incluso en la oscuridad, la luz siempre puede prevalecer, y lo hará.
Que este Janucá nos inspire a ser el milagro que nuestro mundo necesita, recordándonos que incluso en la oscuridad, la luz siempre puede prevalecer, y lo hará.
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