La profecía es una cualidad natural humana pero que requiere intervención Divina para su funcionamiento.
Es como tener un aparato de radio pero que no es demasiado útil sin la emisora que transmita.
La metáfora de la radio nos sirve para saber algo más acerca de la profecía: la cualidad natural es de los humanos, pero si no la encendemos es como si no la tuviéramos.
Por eso, en épocas en las cuales la emisora transmitía existían en el pueblo judío escuelas de profetas, que aprendían diferentes conceptos y técnicas para encender esa capacidad natural a la par que mejorar la recepción y calidad de la transmisión.
Indudablemente no era solamente una capacidad restringida a los miembros de la nación judía, los gentiles también la tienen naturalmente.
El problema es que si lograban encenderla, difícilmente sabían o podían sintonizar la frecuencia correcta, por lo que la mayor parte de las veces quedaba solamente en ruidos de fondo que se transformaba en locura; o captaban mensajes entrecortados, que ellos interpretaban según sus erróneos Sistemas de Creencias y por tanto producían expresiones distorsionadas de la Realidad.
Fueron muy pocos de aquellos los que realmente aprovecharon constructivamente esta poderosa capacidad humana. La gran mayoría la ignoró en sí mismos, y una pequeña porción generó un caos tremendo, llenando de idolatría, superstición, fetichismo, y otras manifestaciones del EGO en lugar de la NESHAMÁ.
Algo parecido sucedía con judíos y judías que no habían entrenado su cualidad profética y de pronto, vaya uno a saber, sintonizaban alguna cosa en el éter profético.
De estos también estuvieron los que enloquecieron, o inventaron concepciones caóticas tratando de describir la realidad espiritual, o se levantaron como profetas falsos.
Ya que mencionamos a los profetas falsos dentro del pueblo judío, mencionemos algunos tipos de los mismos.
- Los que deliraban honestamente como consecuencia de su degradada preparación en lo profético y sus debilidades en otros planos, y por tanto profetizaban sinceramente en falso.
- Los que decían que hablaban en nombre del Eterno pero presentando sus propias ideologías y mensajes, que Él no les había transmitido, llevando a la gente adrede hacia el error.
- Los que queriendo defender lo que ellos consideraban sagrado, mentían. Tergiversaban a propósito las palabras que recibieron o directamente las inventaban, con la excusa de estar haciendo la obra del Señor.
- Los que directamente hablaban en nombre de otros dioses, dejando al Creador en el olvido, o como enemigo, o como uno más en la montonera de dioses.
Como verás profetas falsos no implica que no sean profetas, sino que dicen falsedades presentándolas como profecías.
Hay constancia en el Tanaj de gente que durante décadas fue profeta de la Verdad, pero luego cambiaron para mal y se embanderaron como profetas de la falsedad.
La Torá es muy dura y estricta con los profetas falsos, ¡y no es para menos!
Recordemos que desde que se destruyó el primer Templo, hace más de 2500 años, que la transmisión profética fue bloqueándose por Dios cada vez más.
Ya siglos antes se había interrumpido para los gentiles.
Cuando la destrucción del segundo Templo, hace unos 1950 años, la transmisión ya había sido casi por completo bloqueada por parte de Dios, pero con la promesa de que en la era mesiánica se retomaría con claridad, poder y certeza la recepción por nuestra parte de Sus mensajes directos, a través de esa vía privilegiada de conocimiento.
Para ir terminando, un párrafo de un profeta de la Verdad que nos sirve para pensar:
«’He oído lo que dijeron aquellos profetas que en Mi nombre profetizan mentira, diciendo: ‘¡He soñado, he soñado!’
¿Hasta cuándo?
¿Qué hay en el corazón de los profetas que profetizan mentira y que profetizan el engaño de sus propios corazones?
¿Acaso con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, piensan hacer que Mi pueblo se olvide de Mi nombre, de la manera que sus padres se olvidaron de Mi nombre por causa de Baal?
El profeta que tenga un sueño, que cuente el sueño; pero el que tenga Mi palabra, que hable Mi palabra con fidelidad. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?, dice el Eterno.»
(Irmiá/Jeremías 23:25-28)
¿Cuáles son las enseñanzas prácticas, que nos sirvan actualmente, de este estudio de Torá?
Son muy, pero que muy importantes.
Una de ellas: estamos llenos hoy día de falsos profetas, de profetas de la falsedad. Por tanto, hay que andar con muchísimo cuidado.
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