En la Parashá Terumá, Dios instruye a los israelitas, no sobre qué recibir, sino qué ofrecer: su contribución a la construcción del Mishkán, un santuario portátil. ¡Esto, es un cambio profundo en la naturaleza egoísta humana!
Si bien habían sido receptores de la gracia de Dios, desde la liberación hasta la provisión, permanecían dependientes y pasivos. Quejarse se convirtió en su mecanismo de afrontamiento, reforzando su sentido de derecho.
Sin embargo, el llamado a dar no se trataba de necesidades materiales; se trataba de crecimiento psicológico, moral y espiritual. Como un niño que desea desesperadamente expresar gratitud pero que no tiene los medios, a los israelitas se les ofreció la dignidad de ser contribuyentes.
Este principio se extiende a la ley, aparentemente paradójica: incluso aquellos que dependen de la caridad están obligados a dar. Recibir pasivamente y sin acción, es inherentemente humillante.
La Tzedaká, por consiguiente, debe ser no solo en un apoyo material, sino una herramienta para restaurar la dignidad. La forma más elevada, según Maimónides, no es simplemente dar limosnas, sino empoderar a alguien para que sea autosuficiente.
El Mishkán, aparentemente insignificante en comparación con la grandeza del universo, se convierte en una metáfora de esta generosidad divina. Al aceptar nuestras ofrendas, por pequeñas que sean, Dios reconoce nuestro valor inherente. No somos receptores pasivos de la gracia; somos socios, capaces de dar.
La palabra «Terumá», traducida como ofrenda, literalmente significa «algo que levantamos».
Esa precisamente es la idea que hay detrás del arte de dar.
Aquel que da, generosamente, sin ánimo de recibir absolutamente nada a cambio, se está levantando y ayuda a elevar a otros.
La verdadera elevación en la vida no proviene de lo que recibimos, sino de lo que damos. Cuanto más contribuimos, más se enriquecen nuestras propias vidas.
Aplicación Moderna:
- Reflexiona sobre tu vida. ¿Estás más centrado en adquirir o contribuir? ¿Cómo puedes cambiar tu enfoque para experimentar una mayor satisfacción?
- Considera las oportunidades para empoderar a otros: voluntariado, tutoría o incluso pequeños actos de amabilidad.
- Recuerda que dar no siempre es material. Compartir tu tiempo, tus habilidades o simplemente un oído atento puede marcar una gran diferencia.
¡Shabat Shalom!
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