Una tradición del mes de Elul es la recitación diaria del Salmo 27.
El tema de este salmo es el agotamiento a causa del terror existencial que atormenta al salmista, embargado por el sentimiento de impotencia y múltiple contrariedades que le contemplan, preparadas para abatirse sobre él y destruirlo.
Pero logra sobreponerse y encontrar el poder.
¿Cómo?
Cuando pone su mente y corazón plenamente a confiar en Dios, cuya Presencia se manifesta en el mundo a través de las acciones de bondad y justicia de los que Le son leales, llevando así al predominio del SHALOM.
Encuentra con esto un bálsamo para sus pesares y una respuesta positiva para sus inquietudes, pudiendo de esta manera empoderarse y resaltar por sobre los adversarios.
Sin dudas, un bello salmo para todos los días del año, pero de singular relevancia en este período de reflexión, de misericordia, de perdón, de disculpas, de buenas obras, de crecimiento en la conciencia espiritual.
Aprendamos un poco más.
El salmo comienza con estas líneas: “Dios es mi luz y mi salvación; ¿a quien temeré? Dios es el fundamento de mi vida; ¿de quién tendré miedo?».
Luego, el salmista expresa temor y dudas sobre los males que le acechan, el conocido enemigo, así como el desconocido agresor que están dispuestos a causarle daño.
Busca cómo fortalecerse y no caer en la angustia de la impotencia, ni reaccionar automáticamente provocando con ello el predominio de quienes le desean el mal.
El salmista resalta su mensaje de esperanza: “Una cosa le pido a Dios; una cosa busco: morar en la casa de Dios por siempre…».
Es decir, no pretende la victoria sobre los que le quieren el mal, ni ser el que ríe último, ni ser el que tiene la razón, ni vanagloriarse; simplemente desea la paz, el entendimiento, la armonía.
¿Hay algo más valioso que vivir con SHALOM?
Por ello busca a Dios, no para llevar una vida de hueca esperanza y fe simplona propia de la religión. Sino que su búsqueda de Dios es para ser fuerte y valiente. Tener el valor y el ánimo de continuar avanzando, no dejarse avasallar por las circunstancias, tener siempre una respuesta de bondad y justicia en lugar de la reacción desacomodada del EGO.
De esta forma, el texto refleja el trabajo que estamos llamados a realizar especialmente en esta época del año.
Estamos llamados a reflexionar sobre los desafíos de nuestras vidas y a tomar la determinación de buscar los atributos divinos del amor, la esperanza, la reparación y la acción positiva que construye un mejor futuro.