Perderse
Un sabio jasídico contaba esta historia:
Había una vez un hombre despistado, que de tan confundido la gente lo conocía con el nombre de "Buenas Noches", en lugar de llamarlo por su nombre verdadero que era "Iankele".
Iankele tenía la cabeza en las nubes hasta el punto que al levantarse por la mañana le resultaba muy difícil recordar donde había dejado sus ropas la noche anterior.
Una noche tuvo una brillante idea.
Mientras se desvestía, fue anotando en una cartulina enorme donde dejaba cada una de sus ropas. Así a la mañana siguiente podría hallar con facilidad sus prendas.
Y para no perderse a sí mismo, se ató una cinta roja al dedo gordo de su pie derecho.
Y anotó en su cartel: el que tiene la cinta roja atada a su dedo gordo del pie, es Iankele – Buenas Noches.
Al despertarse, leyó: “La camisa está sobre la cómoda". Fue y se vistió.
"Los pantalones están en la silla junto a la cama. Rápidamente los encontró y se los puso.
Y así siguió con cada una de sus prendas.
Al llegar a las medias, leyó que el que tenía la cinta roja atada a su pie era Iankele.
Buscó la cinta roja por todos lados, y no la encontró.
Y siguió buscando y buscando.
Entre las patitas de su perro, se veía salir la cinta roja.
Entonces el despistado hombre dijo:
Mi ropa la encontré.
El perro, ya se que es Iankele el Buenas Noches.
Pero, ¿Yo, yo quién soy?
Y así siguió buscándose, sin encontrarse.
El rabino que contaba esto terminaba enseñando:
La mayoría de nosotros nos parecemos a Iankele Buenas Noches.
Sabemos dónde están nuestras cosas, sabemos todos lo que tenemos, pero, olvidamos saber quiénes somos.
¿Es necesario Mitzraim (Egipto (reino que esclaviza a los hebreos en esta parashá) pero también la angustia, el sufrimiento, la opresión) para empezar a preguntarnos: "¿Quién soy?"?