En la parashá de esta semana, Vaierá, nos encontramos con el mayordomo de la casa de Avraham yendo a cumplir una misión fundamental para el destino del pueblo judío.
Iba a buscar una novia para el hijo del patrón, quien fuera nuestro segundo patriarca Itzjac.
Muchas dudas surgen de este hecho, sería interesante estudiarlo y profundizar en ello, pero quisiera mencionar un aspecto solamente, que me parece relevante para nuestra vida cotidiana.
El mayordomo estuvo muchas décadas cercano al patriarca, a su lado en las buenas y en las malas, por lo cual, algo podemos aprender de nuestro patriarca a través del relato de la conducta del siervo.
Veamos 5 aspectos, que te repito, me parecen muy útiles para mejorar nuestra vida diaria, pues nos permiten impactar la realidad y transformarla para nuestro bien y el de quien nos rodea.
- Hablaba con Dios y de esa forma ponía en orden sus ideas y sentimientos, para poder realizar conductas mucho más eficientes.
Su rezo no se quedaba en una experiencia religiosa, en el cumplimiento de algún ritual de estilo mágico, ni era un mecanismo sobrenatural para intentar controlar los acontecimientos. Muy por el contrario, era un tiempo de reflexión, de auto percepción, de auto conocimiento, de tomar conciencia de su entorno, de descubrir potencialidades y conflictos. - Empleaba un lenguaje corporal que le empoderaba y servía para influir en su relación con el entorno. Si bien la palabra es importante, lo que la acompaña es aún mucho más. Por tanto, había aprendido posturas, gestos, movimientos que le daban sensación de control, de equilibrio, de paz interior y por tanto conseguía transmitir a los demás desde una posición de superioridad no ofensiva.
Cuando se tenía que prosternar agradeciendo a Dios, lo hacía. Cuando tenía que estar parado firme, para demostrar que era un emisario de un señor poderoso, lo hacía. Cuando tenía que abrazar, lo hacía. - No reaccionaba a los acontecimientos, sino que respondía desde la creatividad. Se daba su tiempo para concebir pensamientos, desarrollar alternativas, evaluar a su interlocutor, impregnarse del aquí y ahora, formarse una idea sólida y así promover sus planes, dar cumplimiento a sus iniciativas. Por tanto, tomaba decisiones y no meramente se dejaba llevar por los acontecimientos.
Así, por ejemplo, pudo darse cuenta de los valores de la familia de Rivcá, que era gente consumida por la avidez, codiciosos, poco dados a los actos de generosidad, hipócritas y al saber esto pudo comunicarse en un idioma que ellos pudieran entender y aceptar. - Era humilde, que significa conocer su poder y su limitación, tener noción de sus posibles debilidades así como de sus fortalezas y por tanto no asumirse ni como más ni como menos poderoso. Por ello podía estimular a los demás, promoviendo valores de respeto y confianza mutua en sus relaciones humanas. Así conseguía sacar lo mejor de sí y probablemente del otro. No se dejaba engañar por el EGO, cayendo en imposturas de ser menos o de ser más de lo que era. Cuando tuvo que alimentar personalmente a sus camellos, lo hizo; cuando tuvo que decir que era un siervo y no el amo, lo hizo; cuando tuvo que representar los intereses de su patrón con firmeza, como si fueran los suyos propios, lo hizo.
- Agradecimiento, porque reconocía aquello que había recibido y lo agradecía con sinceridad. Alguien que no es agradecido, suele ser una persona amarga, desconforme con la vida, insatisfecha y sin miras de encontrar el verdadero placer.
Espero que estas claves te ayuden a encontrar una mejor forma de construir tu realidad.
Le sirvieron a Eliezer, tal como a su maestro y patrón, nuestro patriarca Avraham.
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