Da y recibe

El EGO solo entiende el idioma de recibir.
La NESHAMÁ únicamente el de dar.
Nuestra existencia terrena debe estar en un punto saludable, intermedio, entre ambos verbos. Con tendencia hacia la entrega bondadosa, pero sin olvidar el contrapeso de la justicia.

Los Sabios fueron claros en marcar que el máximo de nuestra caridad es un quinto de nuestros ingresos, más de ello se transforma en una carga y no en una bendición.
Si bien es cierto, en contadas ocasiones es necesario recargar el extremo de la entrega, para compensar hábitos abusivamente mezquinos, o para motivar a conductas espirituales; en líneas generales, entre un 10% y un 20% es el área en el cual movernos.

Por supuesto que la generosidad es un mandamiento, así como una necesidad ética; pero en tanto seamos seres carnales, finitos, humanos, estamos en constante dependencia de lo que recibimos.
Por tanto, es importante entrenarse en demostrar bondad hacia uno mismo, que es una cualidad sumamente positiva y digna, en la actitud de ser amable receptor de favores que provienen de otros.
Negarse a recibir, excusarse por hacerlo, sufrir por ello, no es demostración de pureza y apego a la santidad, sino tal vez de exceso de EGO.

En ocasiones es necesaria una postura severa, que limita el recibir, que corta las oportunidades del común disfrute, pues tal vez el EGO está imponiendo demasiado su presencia oscura; pero esto es una medida transitoria, imperiosa, y que no debe ser tomada como línea normal de vida.

Como ves, mesura, equilibrio, un sano intercambio entre el dar y el recibir.
No aferrarse, pero tampoco ser manisuelto.
Estar dispuesto y animado a dar, para beneficiar sinceramente al que recibe.
Estar feliz por recibir, otorgando la chance a quien da de hacerlo.
Porque ambos, receptor y dador, tienen su cuota de poder en esta ecuación.
Sin ansias, sin culpas, sin miedo, sin reproches, sin frustración, sin resentimiento, sin negociados ocultos, sin pretensión de dominación; simplemente, ser parte del ecosistema.
No convertir el dar/recibir en jugarretas en donde se manifiesta el afán pobretón de controlar o la sumisión rabiosa de la impotencia.

No hacer del dar un mecanismo de control, que ubica al otro en una zonita de confort que le es perjudicial; no favorecer la ineptitud, ni alentar la pereza. Por el contrario, ayudar en que cada cual se desarrolle al máximo posible de su potencial. Enseñar a pescar y hasta auxiliar en conseguir la caña, pero no estar todo el tiempo proveyendo del pescado a quien está con hambre. ¿Se comprende?
Porque, si sometemos al receptor al grado de pasividad de solo recibir, estamos cancelando su virtud, impidiendo su crecimiento, agotando su vitalidad.

Entiéndelo bien, aquel que impone su dádiva y se niega a recibir, es un esclavo del EGO. Tal vez tenga poder material, el falso poder, ya que el interno, aquel que realmente es valioso, está rodeado de las murallas que el EGO ha construido a su alrededor. Porque, no es realmente poderoso el que grita más, pega más fuerte, maneja más dinero, o silencia a los opositores con la amenaza y el miedo; ese NO es poderoso realmente, sino tan solo poseedor de mecanismos imaginarios de sometimiento El poder está en otra parte, en conductas y actitudes de construcción de SHALOM.

Aprende con esto también a construir SHALOM, en tu interior y con el mundo.

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Jonathan Ortiz

Dar es una de las mejores maneras de poner al EGO en su lugar, de restarle poder. Al dar recibimos agradecimiento de parte del otro y nos sentimos agradecidos con Dios.

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