(Esta semana corresponde leer la parashá llamada Ki Tavó ("Cuando vinieres") que es la séptima del quinto tomo de la Torá, el sefer Devarim, conocido en español como "Deuteronomio").
En uno de los momentos de mayor regocijo personal y nacional,
cuando se está disfrutando de lo cosechado,
cuando se está viviendo en independencia y soberanía,
cuando se es libre y fuerte para trabajar y beneficiarse del esfuerzo,
cuando se siente la bendición de parte de Dios,
cuando se atestigua que Él es todopoderoso y mantiene lealmente Sus promesas,
cuando se confía en los logros y virtudes personales,
cuando el corazón no tiene más espacio para tanta dicha y euforia,
hay que recordar solemnemente que:
"Un arameo errante fue mi padre.
Él descendió a Egipto y vivió allí con unos pocos hombres…
Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron e impusieron sobre nosotros dura esclavitud."
(Devarim / Deuteronomio 26:5-6)
La Torá nos exige que:
en el tiempo en el cual el corazón se hincha de felicidad,
y la mente se nubla con orgullo e ilusión de poder,
¡hay que reconocer que nuestros orígenes fueron pobrísimos!
La Torá nos insta a no negar lo que fue verdad:
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somos descendientes de antiguos idólatras (los antecesores del patriarca Avraham y Laván el suegro de Iaacov lo eran),
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pocos y débiles,
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debieron emigrar de su hogar para subsistir,
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fueron sometidos a centenaria esclavitud en Egipto,
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y reprimidos a base de privaciones, humillaciones, vejaciones e intentos de extinción.
El reclamo que nos hace la Torá,
para que lo brillante del presente no haga olvidar el pasado miserable,
es una inmensa lección de humildad,
es un baño de modestia,
que es la clave para mantener el amor propio y amar al prójimo,
así como respetarse y respetar al ajeno.
Ya que una actitud que no esquiva reconocer los propios puntos flacos,
que no teme enfrentar aquellas partes personales que aún no han sido desarrolladas y mejoradas,
es el único camino para el verdadero encuentro de la persona consigo mismo,
lo que lo habilita para encontrarse realmente con el otro.
Respecto a este sección de la Torá,
en palabras del príncipe de los pensadores y maestros, Maimónides:
"(En este pasaje)… hay asimismo una atestación de humildad… Expresa en él agradecimiento por la bondad de Dios y sus beneficios, para que sepa el hombre que es parte del servicio a Dios que le es obligatorio, que cuando goza de bienestar ha de recordar sus momentos de penuria y escasez. La Torá insiste con frecuencia en este punto, "Acuérdate de que siervo fuiste…" (Devarim / Deuteronomio 26:5-6), porque se recela de los hábitos tan corrientes en aquellos que se han criado en holgura, como son la suficiencia, vanidad, negligencia…"
(Guía de descarriados, libro 3, cap. 39, en traducción libre)
A modo de síntesis:
la manera de ascender íntegramente,
es sabiendo de dónde venimos
y qué es lo que queremos/podemos alcanzar,
y cuáles son los modos correctos de hacerlo;
que en enseñanza de los Sabios quedó escrito como:
"Akavia hijo de Mahalel dijo: ‘Presta atención a tres cosas y no estarás a merced de pecado:
Conoce de dónde vienes,
y adónde te diriges,
frente a Quién deberás rendir cuentas…"
(Avot 3:1)
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Relato
El rabino preguntó en cierta ocasión a Yoni el aguatero: ‘¿Cómo estás hoy?’.
Yoni respondió en un suspiro: ‘Oy Rebe, oy, oy, oy. Yo estoy viejo, mis hombros han perdido su fuerza, mis hijos son jóvenes y fuertes, pero están siempre ocupados estudiando Torá y no piensan en mí. Mi esposa es anciana y está enferma. Mis yernos se dedican al estudio tanto, que todo el trabajo queda a mi cargo. Estoy abatido con tantas penurias.’
El rabino, conociendo la situación del hombre, le enseñó: ‘Cuando te sientas angustiado por lo que pasa en tu vida, ponte a pensar: ¿cómo el débil sostiene a los fuertes?’
Al día siguiente el rabino preguntó nuevamente a Yoni: ‘Yoni, ¿cómo te sientes hoy?’
El bueno hombre dijo: ‘Rebe, usted no sabe lo afortunado que soy. Tengo cinco hijos que son una fortuna pues son estudiosos de Torá, y mis tres yernos no se quedan atrás en conocimientos y piedad. ¡Qué placer haber casado a mis hijas con estos buenos hombres¡ Mi señora, es una verdadera dama, mantiene la casa siempre ordenada y en funcionamiento, y nunca deja de estar ayudando a los vecinos que son menos afortunados, a pesar de que está viejita y muy enferma. Y cuando pienso que todo esto descansa sobre mis viejos y gastados hombros, ¡no dejo de agradecer a Dios por los favores que me ha hecho! ¡No dejo de reconocer que Dios me da cada día una bendición inmensa!’
Preguntas para meditar y profundizar:
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¿Cómo se puede relacionar este relato con el comentario que brindamos de la parashá?
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¿Por qué la perspectiva de la persona condiciona la realidad que experimenta?
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Cuál es la enseñanza del salmista en el verso: "Porque el Eterno se agrada de Su pueblo, a los humildes adornará con salvación." (Tehilim / Salmos 149:4)?
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El Talmud (Sotá 4b) compara la arrogancia a la idolatría y a la negación de la existencia de Dios. ¿Por qué?