El cambio es vida

En algún otro estudio escribí: “El miedo al cambio, es otra manera de manifestarse el EGO.
Los cambios son inevitables, la vida es continuo fluir.
Estamos en cambio, eso es lo permanente.
Tan invariable que hasta parece que no hay cambio
.”
Para leer el post original:
https://serjudio.com/exclusivo/cterapia/el-cambio

Este párrafo fue publicado hace unas horas en el espacio de Facebook que denominé “Inteligencia Espiritual”, su link: https://www.facebook.com/yespiritual/posts/1906828819381610?comment_id=1906980716033087&notif_id=1529075807863862&notif_t=feed_comment&ref=notif

Allí un querido amigo escribió lo que copio a continuación: “Sin embargo, en la juventud tenía la sensación de que a nivel interno se producían varias muertes y otros tantos renacimientos. Ya no me sucede eso.”.

Al querido amigo y a ti lector les paso a informar lo siguiente.
Los cambios se continúan produciendo en tu cuerpo hasta el día de tu muerte, no dependen de tu voluntad, conciencia, deseo o parecer.
Y como sabes, tras de la muerte el cuerpo sigue cambiando hasta que ya no quede de él nada, tomándose el tiempo necesario para que ocurra por completo el proceso de reintegración al ecosistema.
Aquello de “del polvo vienes y al polvo regresarás”, según consta en el texto sagrado.
(De acuerdo a la Tradición, una minúscula parte súper resistente de cada uno se preserva, porque a partir de este pequeño objeto llamado en hebreo “luz”, es que resurgirá un nuevo cuerpo en la Era Mesiánica, cuando los muertos regresen a vivir una vida de esplendor terrenal durante un período, y así completar el aprendizaje necesario para su reintegración total a la Fuente de Vidas, en el plano espiritual).

Así pues, no tenemos cómo cancelar el cambio, que sucede de forma natural e incontenible.
Y no estamos hablando solamente del envejecimiento, que quizás pronto pueda ser detenido y hasta tal vez revertido.
De hecho, nos cuenta la Tradición que hubo una época en la cual el ser humano no envejecía, y tampoco enfermaba. Pero, no es el tema de nuestro encuentro actual.
Como te mencionaba, no estamos hablando del envejecimiento como el único cambio, también a cada instante se suceden innumerables desbalances en tu organismo, todos ellos necesarios y naturales, que son en sí mismos cambios. Cuando ventilas, cuando las células respiran, cuando la sangre corre, cuando estás digiriendo, cuando estás recibiendo estímulos a través de tus sentidos, cuando piensas, cuando duermes, en fin, no hay pausa a los incontables cambios que se están produciendo.

Porque, el cambio es lo normal.
De hecho, ahora estás rotando a miles de kilómetros por hora y girando alrededor del sol a unos 30 kilómetros por segundo.
¡Y ni te das cuenta de todo ese movimiento rápido y furioso!
De paso te comento que hay muchos otros movimientos de nivel cósmico y subatómico que están sucediendo justo ahora, imperceptibles para ti y que te incluyen igualmente.

El cambio es inevitable, la vida es fluir.
Somos ese río incansable que no para sus aguas de recorrerlo y formarlo, y es siempre el mismo a la vista ingenua, o que resulta parecido, mientras a cada segundo está siendo diferente.

Pero, como dice el apreciado amigo hablando del nivel interno, que sentía que en su juventud varías muertes y renacimientos en su interior se producían.
Lo cual, suele ser así, tal como aprecia el apreciado amigo.
Porque nuestro Yo Vivido, esta personalidad que estamos siendo, se arma como una colcha de retazos, de innumerables fuentes.
Lo único inalterable de nosotros es el Yo Esencial, la NESHAMÁ o espíritu.
El resto, es cambio.
Pero, llega un punto, cuando vamos entrando a la etapa adulta, en la cual nos vamos quedando atrapados en algunos personajes del Yo Vivido.
Vamos enlenteciendo el ritmo de cambio, nos vamos “identificando” con ciertos modos de actuar y presentarnos.
Los hábitos, esa segunda naturaleza que se forma por la repetición de conductas, se endurecen y provocan que tengamos cada vez menos repertorio de respuestas, porque nos automatizamos.
Esos habituales cambios de personaje de cuando éramos niños, o el armar una figura que se adecue a lo que estamos siendo durante la adolescencia, se va dejando de lado.
Nos petrificamos en un limitado número de máscaras con las cuales ocultamos el verdadero rostro.
La flexibilidad saludable deja paso a una realidad estática.
Que tiene su parte positiva y saludable, pero también puede contener mucho de negativo y enfermizo. Hay que analizar con cuidado para poder darnos cuenta de si es una o la otra, o ambas a tiempos sincronizados.

Como sea, también el Yo Vivido sigue cambiando, hasta el día de la muerte.
Con mayor o menor soltura, apartándonos de lo que es nuestra respuesta corriente, sea un milímetro por año o un montón cada tanto.
El cambio es inevitable, es la vida en sí misma.

Nada hay en este mundo que no cambie.
Más lento o rápido, pero el cambio existe para quedarse.

Asumirlo y doblegar el miedo al cambio nos permite ser más felices, llevar una vida de mayor plenitud.
Mucho más hay para estudiar del tema, pero por hoy ya me he extendido más de lo que quería al principio.

Para finalizar, cuando el amigo dice que ya no le sucede el morir y renacer de cosas internas… ¿qué le podríamos explicar?


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Jonathan Ortiz

A pesar del miedo hay que asumir el cambio.
Gracias Moré

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