Nuestra Tradición nos cuenta que Abraham atravesó por diez terribles pruebas.
Se las enumero según las enseñanzas de Maimónides, quien toma en cuenta los relatos de la Torá, y no los de los midrashim como hacen otros grandes maestros:
- Dios le dice que deje su hogar y comodidad para ser un extraño en la tierra de Canaan, siendo ya de 75 años de edad.
- Inmediatamente después de su llegada a la Tierra Prometida, se encuentra con una hambruna que lo obliga a emigrar.
- Los egipcios secuestran a su amada esposa, Sara, y se la llevan al faraón.
- Enfrenta dificultades increíbles en la batalla para rescatar a su sobrino Lot, que había sido tomado como cautivo de guerra.
- Se casa con Agar después de no poder tener hijos con Sara.
- Dios le dice que se circuncide cuando ya tenía 99 años de edad.
- El rey de Gerar captura a Sara, con la intención de desposarla.
- Dios le dice que despida a Agar después de tener un hijo con ella.
- Su hijo, Ishmael, se distancia.
- Dios le dice que sacrifique a su amado hijo Isaac sobre un altar.
Cada una de estas pruebas servía para que él aprendiera cosas, que hasta entonces no sabía de sí mismo.
También nos sirven a nosotros como enseñanzas, en varios aspectos de la vida.
Lo cual me hace recordar que el Rab Simcha Zissel Brodie contaba lo siguiente: «Alguien vio llorar a Napoleón una vez y le preguntó por qué lloraba. Napoleón dijo: ‘Yo tomaba a Alejandro Magno como mi modelo a seguir. Ahora la gente me considerará un modelo a seguir. Dado que no soy tan bueno como Alejandro Magno, habrá una disminución de los estándares de lo que un gobernante puede lograr'».
Como padres, educadores, amigos, o en el rol que estemos cumpliendo, probablemente haya gente que nos esté tomando como guías en sus vidas. Que aprenden de cómo afrontamos las adversidades que atravesamos, que nos ven cómo reaccionamos ante los éxitos, y así en un montón de situaciones de las que ni siquiera nos damos cuenta que estamos sirviendo como modelos para otros.
Por ello tenemos que tener presente de no bajar el listón de los estándares de lo que se puede lograr en la vida.
Tendremos cada uno nuestras pruebas, nuestros tropiezos, los momentos amargos, y por ello es necesario tomar conciencia de los buenos modelos y tratar de seguirlos, mientras estamos siendo los ejemplos para aquellos que nos rodean.
Esa es una de las formas de interpretar el mensaje bíblico que llama a los judíos a ser «or lagoim», es decir, «luz para las naciones». Cuando las naciones del mundo ven al pueblo judío, y a los judíos como individuos, y pueden descubrir el mensaje espiritual que es necesario rescatar para dar un sentido trascendente a nuestras vidas.
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