Espíritu del Paraíso

NESHAMA-Es la conexión constante con Dios; pero también se integra con información recopilado durante el pasaje por este mundo.
Estamos ahora en el GAN EDÉN, pero no lo percibimos por estar atendiendo a los estímulos del mundo material.
Cuando se corta el lazo con este mundo, cuando morimos, entonces se abre abre la conciencia espiritual, a nuestra real identidad.
Siendo así, morir no es marchar de este mundo ni dirigirse al próximo; es simplemente cortar las anclas que nos retienen en una limitada porción de la realidad para abrirnos a ser conscientes de la unidad del Cosmos.
Sin embargo, es de trascendencia inigualable lo que hemos estudiado y hecho en vida, porque es la información personalizada que “llevamos” con nosotros. Será el fruto que comeremos (es una metáfora) en nuestra existencia incorpórea.
Por tanto, cuanto más estudiamos de aquello que nos corresponde de Torá, y mejor cumplimos con los mandamientos que nos corresponden (de acuerdo a nuestra identidad espiritual), es cuando sembramos el buen pan para esta vida y los frutos para deleitarnos en la eternidad.

Por otra parte, la NESHAMÁ contiene un código de conducta incorporado, que no precisa de estudio, ni de adoctrinamiento, ni de obligaciones, ni de varas sociales. Ese código es el ético (que podemos denominar a veces como “derej eretz”), que no depende de ninguna otra fuente, sino simplemente del espíritu y por tanto de Dios. Es la ética natural, la que nos permite ser libres, pues tenemos la capacidad para reconocer y escoger entre hacer lo bueno o lo malo.

Por supuesto, si el estudio, la vecindad, el entrenamiento, nos refuerza en la ética, es mucho mejor. Entonces nuestro Yo Vivido está en sintonía con el Yo Esencial, es decir, nuestra personalidad terrena encuentra caminos para manifestar la Presencia Divina que nos alumbra.

Pero, como es evidente, la ética natural no siempre encuentra repercusión material. Porque no somos solamente NESHAMÁ, también estamos formados por otras cuatro dimensiones: corporal, emocional, social y mental. Algunos de ellos fueron etiquetados por los sabios del pasado con nombres antiguos:
RUAJ – Reflejos instintivos, aquellos que compartimos con los animales.
NEFESH –Energía vital, la que nos permite realizar los procesos vitales.

Se producen entrecruzamientos, contradicciones, tendencias que tiran hacia un lado o el otro, y el resultado es el Yo Vivido, éste que estamos siendo en este mundo.
Aquí el trabajo del EGO es destacado, en hacernos desviar, en perder la senda, en encubrir nuestro rostro para adoptar máscaras a las que creemos ser nuestra cara. Del EGO hemos escrito en abundancia, por lo que no ampliaré más aquí.

Con todo lo que hemos expuesto hasta aquí, es hora de considerar las cosas desde una perspectiva eterna y profunda.
¿Quieres vivir de acuerdo al espíritu del paraíso que YA estás siendo?
¿Quieres creer en fantasías religiosas de salvaciones personales condicionadas por dioses terribles y a costos espantosos?
¿Quieres desligarte, aunque no es posible, de la ética y vivir de acuerdo a la moral (modo social)?
¿Quieres ser cual animal, llevado por tu RUAJ?
¿Quieres seguir adorando al EGO, en forma de dioses, religiones, líderes carismáticos, adicciones, y todo otro tipo de engaños y malversaciones?
¿Qué es lo que quieres?

Sería estupendo elegir vivir como el espíritu del paraíso, encarnado en esta realidad y transformarla para que vibre de acuerdo al Plan del Padre.
Si esto es lo que prefieres, tienes el judaísmo si eres judío, y el noajismo si eres gentil, para auto realizarte y perfeccionar al mundo.

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Ese código de conducta incorporado lo puedo entender cómo un «instinto»; como el impulso inconsciente de algunos actos conscientes, pero para observarlo definitivamente necesitamos el contrapeso, el ego. El conflicto o la incrucijada de cómo actuar.

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