Hay un arte que solemos ir perfeccionando por su uso cotidiano: el inventar excusas.
Como a veces nos parece conocer el significado de una palabra, pero no sabemos expresarlo, comparto contigo lo que el diccionario trae: “Motivo o pretexto para eludir una obligación o disculpar alguna omisión” (Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe).
La definición es clara, entendemos que la excusa se usa para no hacer algo o porque no hicimos algo.
Lo sabemos sin recurrir al diccionario, por experiencia propia ya que la hemos empleado en mil ocasiones durante la última semana, así como la usaron con nosotros en otras tantas.
Desde las cuestiones banales hasta las trascendentales, sea hacia otros o hacia uno mismo, no tarda en aparecer la excusa.
¿Estás de acuerdo o tienes alguna excusa para darme/darte?
De acuerdo a lo que venimos aprendiendo, la excusa se basa en la herramienta pasiva del EGO (desconexión de la realidad), la cual se emplea para evitar el sentimiento de impotencia y, probablemente, conseguir manipular a otros para obtener algún beneficio por medio de un poder-falso.
En el primer diálogo registrado de la humanidad, el de Serpiente con Javá/Eva ya encontramos la primer excusa.
Fue una que Eva pensó para habilitarse a disfrutar de algo que tenía prohibido.
Ella tuvo el deseo, luego el ingenio para inventar la excusa, y entonces obtuvo “misteriosamente” el permiso para hacer lo que no debía hacer.
Presta atención:
"Entonces la mujer vio que el árbol era bueno para comer, que era atractivo a la vista y que era árbol codiciable para alcanzar sabiduría. Tomó, pues, de su fruto y comió. Y también dio a su marido que estaba con ella, y él comió."
(Bereshit / Génesis 3:6)
Un instante antes ella había expresado:
"-Podemos comer del fruto de los árboles del jardín.
Pero del fruto del árbol que está dentro del jardín ha dicho Elokim: ‘No comáis de él, ni lo toquéis, no sea que muráis.’"
(Bereshit / Génesis 3:2-3)
¿Qué pasó para que de repente se olvidara lo que ella misma había dicho?
¿Cómo fue que se atrevió a traspasar un límite claramente impuesto por el Todopoderoso?
La respuesta: porque supo idear una excusa y creer en ella.
El árbol era bueno para comer, que era vistoso, y seguramente daría a quien lo probara conocimientos inaccesibles de otra forma.
Sí, probablemente el árbol era bonito de ver, ¿pero ello significaba que era “bueno para comer”?
(En un aparte, ¿no debiera ser el fruto bueno para comer y no el árbol? Cerramos el aparte).
Y si realmente con su vista uno descubría su sabor, ¿eso significaba que daría conocimiento a quien lo probara?
Ella quiso, ella deseó, ella inventó una excusa para hacer lo que no debía.
¿Cuál fue su sentimiento de impotencia?
El desear y saber que no debía consumar aquello que deseaba.
Alguien le había impuesto un límite, le había marcado un tajante “no”.
No era cualquier “alguien”, sino el Rey de reyes, el Creador de Todo, la Ley en Sí mismo.
Aquel que es TODOPODEROSO, por tanto no experimenta la impotencia.
Ese “alguien” dijo “no”, y ponía a Eva en situación de real impotencia, de no poder.
Entonces, el EGO, el viejo y perpetuo EGO le susurró la idea genial, la excusa por medio de la cual se degradaba el no hasta hacerlo un extraño “sí”.
Si ella hubiera sido firme a la Ley, a la consigna, sin dar vueltas innecesarias se habría ahorrado la acción prohibida, pero prefirió hacer de cuenta que tenía poder allí en donde en verdad era impotente. Se inventó la excusa para estar desconectada de la realidad y actuar según su deseo, en este caso idéntico a su EGO.
Como suele ocurrir, las consecuencias negativas se producen por la acción u omisión producto de la excusa, porque por más que uno pretende que la realidad es otra, igualmente la realidad se impone y sucede lo que tiene que suceder.
¿Cuál hubiera sido la mejor opción para Eva?
¿Qué hacer en lugar de excusarse?
Podemos señalar que cuando dejamos de inventar excusas y afrontamos los eventos de nuestra vida con compromiso y responsabilidad, posiblemente estaremos dando pasos firmes para el crecimiento, la unificación, la armonización, la construcción de shalom (interna y luego externa).
Piénsalo.
Toda vez que diste una excusa, a ti o a otros, lo hacías para escapar de tu obligación. Esto puede salvarte momentáneamente de “pagar los platos rotos”, pero tarde o temprano se cumple aquello de que “nada es gratis en la vida”. De una u otra forma deberás pagar, hacerte cargo. Quizás no de la manera que crees, tal vez te parezca que se puede vivir zafando, pero el universo se encarga de acomodar las cosas (hay algo que se llama Justicia Divina, ante la cual todos rendimos cuentas finalmente).
Por ello, las excusas que parecen una salida fácil y elegante, son profundizar los problemas, diversificarlos, complicarse para dentro de un rato.
Sería más satisfactorio comportarse con asertividad y ánimo resolutivo, que incluye aceptar las consecuencias negativas cuando las hubiere, así como pedir perdón, solucionar lo que se ha estropeado, etc.
En ocasiones las excusas son extremadamente insidiosas, aparentemente espirituales y de contenido sacro, pero que no dejan de ser terribles escollos para el bienestar de la persona y su medio.
Mira la mentira que Serpiente dijo a la mujer para que se atreva a oponerse a la Ley del Eterno:
"Es que Elokim sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Elokim, conocedores del bien y mal."
(Bereshit / Génesis 3:5)
Sí, es otra excusa, que está montada en una mentira (¿o no lo es?).
Serpiente quiere que la mujer coma del fruto del árbol que tiene prohibido, para lo cual la lleva por caminos extraños. Le habla con insistencia, le hace fortalecer el deseo, razona con ella para que no tema, explica que no hay ninguna consecuencia negativa, que la prohibición se debe a un temor del Dios porque Él no quiere que las personas adquieran una virtud propia de Él. El fruto da poder, esa es la idea. Un poder digno de un dios. Algo que la Ley veda para que las personas no alcancen un grado de divinidad, de ausencia de impotencia. Susurra Serpiente con habilidad, promete poder, el fin del sentimiento de impotencia.
Sí, es una excusa “sagrada”, hacer de la persona una divinidad, ponerla a la altura de Dios.
Te cuento algo que quizás no te habías dado cuenta.
Eso mismo suelen hacer las personas a menudo, en todas las épocas y lugares.
Cuando rezan y esperan que Dios les sirva, que les cumpla sus antojos. Porque el rezo es visto como una especie de control remoto que somete a Dios, lo obliga a trabajar en provecho del que reza. Cual genio de la lámpara, que espera satisfacer el deseo del orante. ¿No te ha pasado alguna vez? ¿Tal vez hoy mismo, si es que has rezado?
Desde nuestra honda impotencia queremos que el Todopoderoso haga lo que nosotros no podemos o no queremos hacer.
¡Dios, dame trabajo! Pero no salgo a buscarlo.
¡Dios, dame dinero! Pero no trabajo.
¡Dios, dame sanidad! Pero no me cuido ni visito al médico.
¡Dios, dame una esposa! Pero me quedo encerrado en mi pequeño círculo.
¡Dios, dame, dame, dame! Porque, ¿no está Dios acaso para proveernos de satisfacción a cambio de algún ritual o de algún canto?
Es triste, es lamentable, es común.
Creo, pero no estoy seguro, que hasta incluso es blasfemo.
Y se acrecienta con todas esas supersticiones que a tontas y locas la gente añade a su vida, y hasta le dan estatus de santidad porque algún sujeto con supuesta autoridad las avala (vaya uno a saber el motivo egoísta, in-excusable, para hacerlo). Cintas rojas, manitos, ojitos, libritos, cartelitos, fotitos, piedritas, cartitas, aritos, anillitos, pancitos con formitas, migajas que sobran del menú de una supuesta autoridad, etc. varios que llegan incluso a tomar algunos preceptos para efectos mágicos (ejemplos: mezuzá para protección de casas, tzedaká para obtener ganancias económicas, honrar a los padres para llevar una larga vida, cumplir para hacerse un lugarcito privilegiado en el paraíso, entre otras).
Y cada una de las abominaciones supersticiosas vienen certificadas por excusas que convierten al Todopoderoso en un títere mojigato, que solamente debe cumplir lo que el supersticioso reclama.
En lo personal, y te pido perdón por darte mi humilde opinión, es más de lo mismo que Serpiente dijera en el primer diálogo registrado de la humanidad.
Queremos obtener el poder de dioses, ser una deidad, o manejar a nuestro capricho a Dios.
Entonces, con aires de religiosa piedad nos imaginamos que cada una de nuestras conductas tienen una pátina sagrada, que imponen sobre la realidad nuestro deseo.
Y no nos damos cuenta que seguimos cometiendo una y otra vez el mismo error, quebrantar la Ley con la supuesta convicción de cumplirla.
Seguimos comiendo del fruto del árbol prohibido, mezclando el bien con el mal, pintando de bueno aquello que no lo es.
Oh sí, las excusas están por todas partes.
Ahora mismo estás pensando alguna para no seguir leyendo, para declarar que estás en contra, para enojarte…
Otro ejemplo de insidiosa excusa de perfil religioso es la que afirma que “todo es para bien”, con la creencia de que efectivamente lo malo también es bueno, puesto que se cree que todo viene de parte del Creador y Él no es injusto ni provoca daños sin motivo bondadoso. Si bien es una poética poderosa, un estupendo argumento del EGO, no deja de ser una excusa para vivir fantaseando, negando la realidad de mal, lo que cada uno tiene para hacer para corregir su propia personalidad y así contribuir al “tikún olam”, que es la corrección del mundo.
La maldad, el daño sin sentido, la injusticia, lo dañino son reales y son malos, no es negando su presencia como mejor construiremos shalom (interno y externo).
Lo cierto es que si cuando acontece algo malo damos la excusa de que todo es de Dios, así que eso no es malo, nos desviamos de la buena senda. Lo mejor sería encontrar qué podemos aprender del suceso adverso, cómo elaborar a partir de ello algún sentido trascendente, qué podemos hacer para corregirnos y corregir al mundo. Así, afrontando con responsabilidad y compromiso la realidad, no andamos trastabillando con excusas mágicas y por el contrario realmente empleamos el pensamiento positivo y la confianza en que Dios es bueno Y justo.
Otra del grupo insidioso espiritual es la que encuentra en las dificultades pruebas de Dios, castigos divinos, resultados de pecados y por tanto no emprende acciones realmente reparatorias, de modificación de conductas o actitudes. Se deja en esa vaga dimensión religiosa el motivo para los pesares y así no crecer y desarrollarse.
¿No es una manera de echar la culpa a Dios (dios, dioses, destino, karma, suerte, etc.) y así mantenerse en estado de impotencia, a merced del EGO?
Es que, echar culpas es uno de los cantos favoritos entre las excusas.
Que fue como me educaron, que son los políticos, que el país está a la miseria, que la situación internacional, que los masones-judíos-sionistas-comunistas-fascistas-etc., que yo hago todo lo posible pero mi esposa es necia, que mis hijos están en malos ambientes, que la TV-internet-video juegos son los grandes males del siglo, que aquel y ese otro también, todos tienen su parte de la culpa y por eso ahora yo me excuso y evado mi responsabilidad y compromiso.
Por supuesto que las excusas no se dan solo en el ámbito de lo espiritual, o religioso (que es absolutamente otra cosa), sino en cada uno de los planos de existencia. Remarcamos en este momento con algunos ejemplos que aplican al ámbito de lo espiritual, o religioso, pero tú sabes bien que las excusas van y vienen en casi cualquier momento del día por casi cualquier cosa. Sea hacia uno mismo, para otro, en lo grande y pequeño.
Recuerda que tienes control sobre un número limitado de cosas, puedes procurar un sano control sobre otras, pero la vasta mayoría queda por fuera de tu área de dominio.
No tienes cómo reformar tu pasado, por más que culpes y lamentes, es inamovible. Pero tienes el poder de darle un sentido diferente, que apunte a lo saludable, aquí y ahora. Uno de los instrumentos poderosos es el arrepentimiento sincero, en caso de que tuvieras tú parte de la responsabilidad de haberte salido del buen camino. Esto no cambia el pasado, pero te permite hacer lo que está a tu alcance para vivir mejor el aquí y ahora.
No tienes forma de marcar a tu antojo el futuro, por más que te angusties y estés ansioso, aunque hagas extraños pactos con dioses y fuerzas ocultas, el futuro es inexistente. Pero tienes el poder de arar, abonar, irrigar, sembrar, cuidar para que eventualmente en el futuro puedas recoger tu cosecha. Si te limitas a vivir el presente, con la excusa de que es el único tiempo que existe (lo cual es cierto), estás solamente haciendo eso… dando una excusa. El futuro está cimentado en el presente, que para él es pasado. Tus decisiones, acciones, conductas, actitudes, omisiones de hoy necesariamente tendrán efectos en la posteridad. Entonces, puedes planear hacia dónde quieres dirigirte y caminar hacia allá. Porque es este momento, aquí y ahora lo que te dará la oportunidad de realizar un futuro más satisfactorio.
No tienes cómo controlar a otra persona, puedes emplear la manipulación, ejercer el autoritarismo, privar de libertad, hacer de cuenta que realmente tienes poder sobre la otra persona, pero supongo que tú no eres un sádico, malvado, abusador, sicópata, por lo que no te entregas a esos terribles “juegos” de falso poder. Por lo cual, el otro finalmente no está bajo tu control. Pueden coexistir, negociar, vencer y ser vencidos, pero el otro es otro y su decisión no depende de tu control. Aunque sea tu hijo, padre, esposo, mejor amigo, la persona que tú crees conocer y manejar, no está bajo tu dominio.
Es necesario cuestionar tu sistema de creencias, ver en dónde te dejan en estado de impotencia (real o sentida), darte cuenta de las excusas que inventas, asumir el poder allí en donde estás habilitado a ejercerlo. No eres hereje por usar tus capacidades para preguntar, para aventurarte a pensar diferente, para actuar dentro del marco de la ética en procura de mejorar tu existencia y la del entorno.
Las excusas religiosas, con fanatismos y hacerse la víctima son solo eso, excusas.
Como ser multidimensional (espiritual, intelectual, social, emocional y físico) puedes y debes desarrollar tus potencialidades para disfrutar de lo que es lícito y permitido. Encontrar tu poder y usar de él, para tu beneficio sin que por ello perjudiques a otro.
Deja de lado las excusas, porque la excusa surge por un sentimiento de impotencia e inmoviliza en la impotencia.
Puede venderse como una respuesta, una solución, pero es el problema y su profundización.
Vive aquí y ahora, conoce tus limitaciones y acepta las que no puedas modificar, y trabaja con paciencia, amor, respeto, lealtad, constancia, bondad y justicia para mejorar aquello que es perfectible.
No precisas de las excusas, sino del AMOR.
En estos días que van de Rosh haShaná a Kipur me parece necesario tener en cuenta esta enseñanza, sea para corregirla o para corregirnos.
Te deseo lo mejor y que puedas disfrutarlo.
Hola, quiero exponer mi pensamiento en relación a la frase “todo es para bien”, al respecto creo que la idea no es conformarse y quedar ante los acontecimientos de forma pasiva, creo que el mensaje es que estamos para aprender y que de todas las experiencias de vida uno debe aprender algo, lo difícil es poder darse cuenta de eso, y muchas veces o la mayoría nos negamos el privilegio de aprender.
hola vero d, bienvenida. gracias por su comentario. pero esa opinion que ud manifiesta, es la q la gente tiene en mente cuando dicen como un lema magico «todo es para bien»? pq, estoy de acuerdo q las cosas malas son doblemente malas si ni siquiera hay forma de significarlas y obtener alguna enseñanzas. pero no seria mejor entonces decir: «de toda cosa se aprende, incluso -o especialmente- cuando nos topamos con obstaculos»? no es esa la frase mas adecuada, en lugar de la confusa y supersticiosa «todo es para bien». si, uno puede dar excusas e inventar q hasta… Read more »
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