Hay gente que toma una idea y la rumia.
Se pasa horas, días e incluso más tiempo dando vueltas y vueltas a esa idea, con pequeñas variantes tal vez.
Si es acerca de una elección, permanecen sin decidir.
Si se trata de avanzar en el conocimiento, se quedan empantanados.
Si es de crear, obviamente no lo consiguen.
Solamente más de lo mismo, una y otra vez. De manera cansina y absurda, tratando de descubrir nuevas facetas allí donde está todo exprimido.
En un seudo análisis con aparente sin fin, proyectan sombras temibles, de fracasos, inconvenientes, obstáculos, duelos, amarguras, desesperanza, agobiante impotencia en sus diversificadas variantes. Y vuelta a empezar, a repetir, a hacer un eco abominable y carente de vitalidad.
Desgaste de energía en este devenir, hasta el punto de estar realmente aprisionados por ideas sin fundamento, terrores sin cuerpo.
O, con suerte (dicho en sentido irónico), terminan descubriendo que sus ominosas predicciones se han hecho realidad (¿por qué será y qué tendrán ellos que ver con esto?).
El miedo al fracaso le va carcomiendo, afectando, debilitando al punto de hacerle fracasar.
El rumiar pensamientos acerca de la impotencia, termina por manifestarla.
¿Qué hacer para no ser esclavo de esto?
Una buena acción es dejar pasar las ideas sin aferrarse a ellas.
Aparece, la ves, la reconoces, te das cuenta que no te sirve para mejorar tu vida, entonces la dejas ir sin enroscarte en ella.
Es un tren que no te lleva adonde quieres llegar, entonces, ¿por qué habrías de subirte a él?
Pero, ¿cómo hacerlo?
Si tú ya lo probaste y no pudiste desprenderte de esa obsesión corrosiva.
Te propusiste desechar el pensamiento ni bien apareciera, pero no lo consigues.
Por el contrario, es como si te reforzaras en girar alrededor sin miras de librarte.
Te repito, lo dejas pasar.
Podrá llevarte tiempo y esfuerzo, porque ya tienes un hábito implantado de rumiar las ideas de fracaso, pero tienes la capacidad para enfocarte en lo que te reporta beneficios.
Aparece, lo identificas, lo dejas correr sin apegarte.
Igualito al tren que no te sirve y por tanto no asciendes a él.
Pero, ¿cómo saber que realmente no te sirve?
Si son pensamientos que podrían ayudarte a reconocer potenciales riesgos, o a avizorar ideas que nunca antes habían sido puestas en marcha.
Sencillo… porque ya has pasado por esto antes y has visto que los resultados son amargos.
O, porque no tienes como aterrizar la idea y convertirla en una realidad operante.
Mejor, busca el tren que te lleva a tu destino luminoso.
Seguramente pasa por la estación en la que te encuentras en este mismo instante.
Pero, de tanto enfocarte en lo que no te sirve, dejas de prestar atención.
Piensa positivo, para actuar positivamente.
Si tienes un problema, el saber su origen antiguo tal vez no te brinde la solución. Probablemente lo que ahora perturba y desgasta tenga su propia causa actual, que no tiene porque esfumarse al descubrir la causa original. Entonces, por ahí no pierdas tiempo preguntando "¿por qué a mí?”; “¿qué habré hecho en el pasado para que esto me pase ahora?”.
Rumiar al respecto de los problemas y lo que sufres por su causa no aporta soluciones, ¿o sí?
Que te moleste alguna actitud o conducta y te la pases pensando en ello, llorisqueando, amargándote, quejándote, sin hacer cambios realmente favorables, ¿servirá para algo?
Llorar, gritar, patalear y/o desconectarte de la realidad ante la impotencia, cuando tienes otros caminos para explorar, ¿te harán más poderoso y feliz?
¿Serás más rico por soñar con lo que no tienes al mismo tiempo que no bendices ni agradeces por lo que sí tienes?
Cuando echas culpas, acusas, tratas de deslindar tu responsabilidad; cuando debieras hacerte cargo de tu parte y hacer algo al respecto, ¿te dará libertad y paz interior?
La propuesta es enfocarte en lo que te puede dar felicidad, libertad, alegría, bien pasar, tranquilidad, amistad, calma, disfrute…
¿No sabes qué es o cómo lograrlo?
Bueno… ¡es tu problema!
¡Arréglalo!
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Ademas de la idea en general me encantó esto:
«¿No sabes qué es o cómo lograrlo? Bueno… ¡es tu problema! ¡Arréglalo!»
Aplausos» Lo usaré y diré que lo inventé yo!
Gracias Moré
es q lo inventaste tu… no?
y pq te gusto eso?
Ya quisiera haberlo inventado yo,pero no soy tan genial, normalmente no paso del copy paste.
Porque uno esperaria el tipico final «Cuenta conmigo,aqui estoy y estaré siempre esperando para resolverte tus problemas…! levanta la mano derecha y di:»en nada seremos avergonzados…»
Saludos!
te parece q el q es una ovejita cegada tendra animos para hacerse cargo de sus problemas y solucionarlos?
No, no lo hará. Sino que se aferrará más a su ceguera y «verá» las causas donde no hay nada. En lugar de solucionarlos justificará, culpará, dirá que su dios lo está probando, que debe «ordenar» su vida lo que en realidad significa que buscará la manera de enredarse más con su enredo.