Ketoret, el pacificador

En la parashá anterior se nos mencionan los elementos, utensilios y objetos sagrados que componían el Mishcán, el tabernáculo o templo portátil que acompañó a los judíos en su travesía por el desierto, y luego durante algunos siglos en la tierra de Israel. Sería el lugar en el cual reposarían las LUJOT HABERIT, las Tablas de la Alianza, con el texto del Decálogo. Allí se manifestaría la Presencia Divina ante el pueblo de Israel.
Serviría de corazón y cerebro para la familia judía, y a través de ellos para todo el mundo.

Esta semana, la parashá trata de los ropajes de los cohanim, los ministros encargados de las cuestiones rituales y sagradas. Sedan detalles, conocemos las prendas que serían usadas en los servicios del santuario.
Sin embargo, hacia el final de la parashá, inesperadamente, vuelve a aparecer un objeto del templo, como si hubiese sido dejado olvidado de la enumeración en la parashá anterior. Es el altar dorado, dedicado exclusivamente a elevar/quemar KETORET, lo que llamamos incienso.

Obviamente no es casualidad que se lo mencione ahora, justo después de las vestimentas de los cohanim, y te daré una razón.

La palabra ketoret en su raíz lingüística indica lo que anuda, apega, relaciona.
Como aquella esposa del patriarca Abraham que recibió el nombre KETURA, porque estaba en todo, metida en todo; pero en el caso del incienso en sentido positivo.

El ketoret se empleaba en el Templo como símbolo y mecanismo de vínculo.
Se debía ubicar en la gran sala interna del Santuario, aquella que contenía cuatro objetos:

  • La mesa de los panes: representa la fuerza que da vida a lo social.
  • El altar dorado, del incienso: representa la fuerza que vivifica las emociones.
  • La Menorá, candelabro de siete brazos: representa el poder del intelecto.
  • La cortina que separaba de la cámara menor tamaño y de mayor santidad: representa la pantalla que separa y al mismo tiempo une el espíritu con la realidad material.

Si analizamos las funciones de estos, junto a los objetos exteriores del Templo, encontramos que el único que está señalado en la Tradición como apaciguador es el altar del incienso.
Según la tradición mística (Zohar Jadash, canto 349), su humo aromático ahuyentaba las “malas vibras”, purificaba el ambiente, llena de buenos ánimos. En el Midrash (Tanjuma, Tetzavé 14) se nos informa que era el mecanismo empleado para alivianar las cargas a causa de los pecados del pueblo, obteniendo de parte del Eterno misericordia y perdón, al ser un contrapeso del estricto juicio.
Para el Rav Hirsch, todos los objetos del Santuario interno representan el ideal máximo de su dimensión propia.
(Más datos aquí).

Tomando en consideración todo esto, podemos darnos cuenta que se nos representa al individuo cuando ha logrado liberarse de las cadenas del EGO (Ietzer haRá), pudiendo así llevar a cada uno de los planos de existencia hacia la unificación del ser, hacia el SHALOM.
Desde el sitial de las emociones perturbadas por el EGO se arrastra a los otros planos hacia la confusión, la debilidad, el malestar, las acciones indebidas, el miedo, las amenazas, etc. Pero, cuando el EGO deja de controlar, las emociones funcionan en su verdadero sentido, de motor del resto de los planos, posibilitando así el crecimiento del potencial del ser.

Encontramos esta idea en una explicación de los Sabios de antaño (Tanjuma, Tetzavé 14), quienes enseñaron que las letras de la palabra ketoret (en hebreo) eran las iniciales de cuatro palabras, de cuatro conceptos, que cuando coinciden en una persona ésta funciona como unificador, como alguien que genera en los demás un estado de armonía interna y de paz con el prójimo.
Los cuatros conceptos son:

  • Kedushá – Santidad: estar unido al Eterno y Sus cosas.
  • Tahorá – Pureza: estar unido a la vida.
  • Rajmanut – Misericordia: estar unido a la bondad, cuando el receptor está en situación desventajosa.
  • Tikvá – Optimismo: estar unido al juicio positivo y favorable, que impulsa al mejoramiento.

Si releemos las interpretaciones doctas que se fueron acumulando a lo largo de los siglos al respecto del ketoret y del altar para su ascensión, descubrimos rápidamente como estos cuatro conceptos son centrales.

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Shaul Ben Abraham

Texto para leer con detenimiento y estudio profundo

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