La buena mirada del buen corazón

Encontramos en Pirkei Avot (2:8) lo siguiente:
«Él solía decir:
Si todos los sabios de Israel estuvieran en un platillo de la balanza y Rabí Eliezer ben Urkanos en el otro platillo, él inclinaría la balanza a su favor.
Aba Shaul, decía en su nombre: Si todos los sabios de Israel estuvieran en un platillo de la balanza, incluyendo a Rabí Eliezer ben Urkanos y en el otro, Rabí Elazar ben Araj, inclinaría él solo la balanza a su favor.
Les dijo una vez: Salgan y busquen, cuál es el camino correcto al que debe apegarse el ser humano.
Rabí Eliezer dice: Un buen ojo.
Rabí Iehoshúa dijo: Un buen amigo.
Rabí Iose dijo: Un buen vecino.
Rabí Shimón dijo: El que es previsor.
Rabí Elazar dijo: Un corazón bueno.
Les dijo a ellos: Veo apropiadas las palabras de Rabí Elazar ben Araj por sobre la de ustedes, pues en sus palabras están contenidas las de ustedes.
Volvió a decirles: Salgan y busquen, cuál es el mal camino del que debe ajarse el hombre
Rabí Eliezer dice: Un ojo malo.
Rabí Yehoshúa dijo: Un mal amigo.
Rabí Yose dijo: Un mal vecino.
Rabí Shimón dijo: El que pide prestado y no paga…
Rabí Elazar dijo: Un corazón malo.
Les dijo a ellos: Veo apropiadas las palabras de Rabí Elazar ben Araj por sobre la de ustedes, pues en sus palabras están contenidas las de ustedes.»
El otro día estaba en la rambla de Montevideo, donde hice alguno de esos pequeños videos que subo a mi canal (https://youtube.com/yehudaribco). Era un precioso día de otoño, pero que casi rozaba con el verano. Aún estamos padeciendo la pandemia, por tanto trato de mantener bastante distancia con el resto de los paseantes y si estoy cerca siempre intento tener bien puesto el barbijo. En eso veo a un niñito, que evidentemente estaba en el arranque de su carrera como caminante. A los tumbos andaba de un lado para el otro, a veces con pasitos rápidos, como para mantener el equilibrio a fuerza de impulso. Otras lentamente, como marinero en una barca zarandeada por la tormenta. En ocasiones parecía que estaba por comer tierra, pero cual equilibrista recobraba la postura. Aunque una que otra vez, sí que se caía de la enorme altura de sus ¿50 cms.?  que separa su punta de la cabeza de la tierra.
Pero en todo momento se reía, un tipo feliz este pibito.
A poca distancia estaban sus papás, sonrientes también, cuidándolo, asegurándolo, pero dándole la suficiente libertad e independencia como para que se aventure a crecer, a experimentar, a conocer el mundo y a ser un participante y no un mero espectador.
Qué gran trabajo el de esos padres, y que enorme el esfuerzo y el disfrute del niñito.
Incluso en las caídas o en los tropiezos los padres sonreían, transmitiéndole confianza, seguridad, ganas de comerse al mundo y no dejarse derrotar por los pequeños, o grandes, contratiempos.
Toda esta reflexión me hizo acordar a ese pasaje de la Mishná, que quiero compartir ahora con ustedes.
Tal vez alguno de ustedes también entienda qué me llevó a vincular esa escena de crianza saludable con esta enseñanza inmortal de los padres del Saber.

https://serjudio.com/apoyo

https://youtube.com/yehudaribco

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