Modos de amar

Las parejas de nuestros patriarcas/matriarcas presentaban diferentes modalidades del amar.

1- Abraham y Sará: ellos no se dedicaban a los discursos relativos al amor. Tampoco se sumergían en fantasías románticas, ni vivían como si la existencia fuera para entregarse a la pasión. Su amor era racional pero por sobre todas las cosas práctico, porque estaban dedicados a realizar actos de bondad desinteresada para con el prójimo. A eso dedicaban buena parte de sus vidas, como unos socios bien balanceados, como ingredientes de una receta sabrosa y nutritiva. Poniendo la tarea sagrada por delante mantenían encendido el amor, el interés, el respeto.
Probablemente no sean buenos personajes de novelas románticas o peliculones hollywoodenses, pero la nobleza de su vínculo es mucho más poderoso que cualquier pasión desatada, que cualquier efusividad producto de las hormonas.

2- Itzjac y Rivcá: su relación fue arreglada por terceros, no se conocían ni tenían interés el uno por la otra y viceversa. Hasta el momento en el cual se encontraron para de inmediato adentrarse en el contrato matrimonial. Al comenzar la vida en conjunto fueron conociéndose, aprendiendo del otro mutuamente, haciendo posible un verdadero encuentro y descubrimiento. Por mucho tiempo siguieron sorprendiéndose, cultivando la relación al punto de que ese esfuerzo para la convivencia se convirtió en amor.
Uno que involucraba sentimientos, pero no la emotividad arrebatada.
Si bien a menudo se producían desencuentros, porque son inevitables en la relación humana, ellos se dieron cuenta que el compromiso por sostener el matrimonio era mucho más poderoso que vencer al otro en el terreno de la discusión empujada por el EGO.
De esta manera fortalecían el amor en lugar de apagarlo con disputas y competencias por el dominio.

3- Iaacov y Rajel: en este caso el comienzo fue como una explosión espontánea, ya que Iaacov vio a su prima y quedó prendado de inmediato. La pasión roía sus huesos, el anhelo por estar con ella era voraz. Sin embargo, tuvo que avenirse a cumplir las normas sociales que le impusieron un alejamiento físico por siete años. Esto no causó que la llama se extinguiera, sino que avivó el deseo, fortaleció el cometido de poder estar juntos y formar una familia.
A diferencia de esos arrebatos vehementes e impulsivos, que conocemos como enamoramiento, en este caso pudieron convertir el entusiasmo en un motor para transformar la emoción en poder de unión.
Cuando finalmente pudieron estar juntos y contraer nupcias, el amor ferviente siguió moviendo sus motores, para buscarse y quererse.

Vemos cuán diferentes son los modos de amar en estas tres parejas fundacionales, sin embargo tienen algunas características en común, de las cuales te mencionaré solamente tres:

a- sabían que el amor es una construcción en constante desarrollo.

b- el amor supera con creces los sentimientos, pues su base fundamental es el accionar bondadoso y desinteresado en beneficio del otro. (A veces la pasividad es también una forma de acción).

c- entendían que el amor no es ver todo color de rosas y estar siempre de acuerdo, sino que se produce a partir de las diferencias y los mecanismos que ponemos en juego para que las mismas nos unan y no nos separen.

Estas tres cualidades aplican a todos los amores, no solamente a los que se forman con la pareja sexual.

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