por «¿Hallaste miel?
Come sólo lo suficiente, no sea que te hartes de ella y la vomites.»
(Mishlei/Proverbios 25:16)
¿Por qué habríamos de excedernos comiendo de la rica miel?
¿Acaso no sabemos que llegado cierto punto el placer se transforma en trastorno, y éste a su vez en arcadas de sufrimiento?
¿No tenemos conocimiento, experiencia, sentida común o consejo que nos detenga allí en donde estemos satisfechos, sin avanzar un pasito más hacia el abismo del caos?
Sea con la miel o en cualquier otra circunstancia de la vida.
En todos los planos y momentos, suele acontecer que pongamos esa gotita extra que rebalsa el vaso; digamos la palabrita innecesaria que corrompa el vínculo; pidamos ese favorcito que nos convierte en abusivos con el generoso… ¿no es así?
Es que el afán de poder no conoce de límites, nuestro EGO nos suele impulsar hacia regiones inconvenientes con la fantasía de alcanzar el poder.
Porque es una aventura por poder, luchando contra la impotencia, en donde se suele desarrollar nuestra existencia.
Siempre y cuando estemos apartados del código espiritual, que no tengamos sincronía con nuestra NESHAMÁ (Yo Esencial, espíritu).
Así vamos construyendo nuestro Yo Vivido, desde el primer momento.
Desde el nacimiento, cuando nos vimos sometidos a la pesadilla más terrible de impotencia.
A partir de allí el EGO se descolocó de su función natural y pasó a ser el titiritero principal en la obra de nuestra vida.
Necesitado de poder, desesperado por obtenerlo, angustiado y atormentado cuando se siente su falta.
El terror de revivir la impotencia del nacimiento nos estremece desde las sombras.
Entonces, recurrimos a todo tipo de trucos y trampas para asegurarnos de no volver al calabozo del no-poder.
Entonces, aunque la abundancia esté presente, tampoco es suficiente.
Si tenemos una, queremos otra.
Si tenemos cien, entonces mil.
Y si disfrutamos del placer de la miel, damos una probadita de más, hasta el punto del hartazgo enfermizo.
En caso de haber amenazas o presiones que pongan en riesgo nuestra seguridad, entonces optaremos por aquello que nos manifieste poder.
Incluso el mostrar debilidad es un recurso para alcanzar poder.
Lo que venga bien al manipulador en su tarea de manipular, y como sabemos, no hay mayor manipulador que el EGO.
Sería bueno hacer un cambio real en nuestra vida.
Uno que nos ponga en armonía entre el Yo Vivido y el Yo Esencial.
El primero como reflejo, lo más posible, del segundo.
Relajarnos, disfrutar de lo permitido.
Apartarnos de lo prohibido.
Serenarnos y reconocer (admitir y agradecer) aquello que tenemos al alcance.
Apreciar la abundancia que nos toca y no desperdiciarla ni despreciarla.
Cesar la lucha innecesaria.
Construir SHALOM en todo momento, por medio de acciones (pensamientos, palabras, actos) de bondad Y justicia.
Aceptar y bendecir.
Sin por ello dejarnos caer en el conformismo, que es habitualmente otra trampa del EGO para tenernos dominados en sus mentiras.
Ama y respeta tu Yo Vivido, ese que estás siendo.
Aunque es imperfecto y plagado de la sombra del EGO, ámalo y respétalo.
Porque es con esa aceptación que estarás mejor encaminado para reunificar tu ser.
Estudia y aprende, para que puedas desaprender.
Permite a tus emociones expresarse, pero no exteriorizarse sin control.
Pon nombre a tus sentimientos, no los escondas de ti mismo.
Valórate y valora a quien está a tu lado.
Y si descubres algo que no te agrada y se puede cambiar, y es necesario hacerlo, ve de realizarlo.
Y si es en el otro, entonces no pidas (menos exijas) que cambie, verás tú qué cambiarás en ti para estar en paz.
Sé socio del Creador en la obra de la creación, porque para eso estás aquí.
Para hacer tu parte, la que es tuya y de nadie más.
Y permite que los otros (incluido el Otro) hagan su propia parte.
Entonces, toda miel que halles será placentera.
El gusto no terminará en amargura, el compartir construirá puentes.
Tanto hay para elevarte en busca de la miel espiritual, de la cual ya eres parte.
