Tarde o temprano a todos nos llega el momento en el cual debemos hacer caso al mismo llamado:
«Entonces el Eterno dijo a Avram [Abram]: ‘Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.»
(Bereshit / Génesis 12:1)
Cuando debemos dejar esta tierra,
nuestro cuerpo,
la familia y posesiones,
todo queda atrás,
para dirigirnos a una tierra diferente,
desconocida,
imaginada pero nunca conocida realmente,
descrita pero jamás visitada antes.
Partimos de este mundo,
hasta el cuerpo que estuvimos siendo es depositado para no volver a visitarlo.
Todo lo que fuimos, lo que conocimos, lo que quisimos, lo que temimos,
se extingue,
ya no tiene presencia el Yo Vivido,
sino solamente permanece el Yo Esencial.
Adiós, shalom, goodbye, a este mundo,
para dar el paso hacia el otro,
aquel que nos muestra el Eterno.
Nada podemos llevar en este viaje,
todo, absolutamente todo
se pierde,
excepto…
Excepto las tres inmortalidades que nos esperan,
la de la NESHAMÁ,
la de las obras realizadas,
la de lo que se encargan de recordarnos.
En tanto estamos de este lado,
es el tiempo/lugar para realizar,
para obrar,
para construir SHALOM
a través de acciones (pensamientos, palabras, actos)
de bondad Y justicia.
Eso nos da sentido trascendente a los sucesos de esta vida
así como nos posibilita la paz y tranquilidad,
el entendimiento y el disfrute.
Aquí,
así como en la eternidad.
De los otros llamados del Eterno para salir de la zona de confort,
podemos escapar,
hacernos los tontos,
pasar por sordos
y aferrarnos a aquello que quizás un día nos dio resultado
y ahora no tanto.
Podemos elegir seguir esclavos del EGO,
disfrazados con un Yo Vivido que no representa a nuestro Yo Esencial
ni a nuestras potencialidades originales del Yo Auténtico.
Está a nuestro alcance zafar del pedido del Eterno
pero no del último llamado a abandonar este cuerpo y el mundo.
¿Cómo nos preparamos para ese momento?
¿Cómo agradecemos y aprovechamos y disfrutamos este día?
¿Qué estamos depositando en el Gran Banco Universal, aquel que nos brindará los réditos obtenidos para gozo en la vida eterna?
¿Qué estamos construyendo en esta vida?
Cuando respondemos con visión profética a estas preguntas,
entonces tendremos la confianza y fuerza
para borrar la risotada del EGO
dar pasos confiados fuera de la zonita de confort,
perfeccionar nuestra vida aquí
hasta que demos el saludo final que nos abrirá la puerta allá.