El Eterno espera por el arrepentimiento
En nuestra parashá nos encontramos con el siguiente desgarrador testimonio:
"Elokim miró la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra."
(Bereshit / Génesis 6:12)
Diez generaciones hubo entre Adam y Noaj.
Cada generación estaba un escalón inferior en la escalera que progresivamente descendía en moral y actitud bondadosa y responsable.
Como si un inexorable destino marcase el descenso, la humanidad se iba postrando más y más ante el pecado y el mal.
El Eterno esperó a que el arrepentimiento auténtico surgiera como un rayo alumbrador en el corazón de la humanidad, pero, más y más lóbrega noche era lo que se erigía en los pechos y mentes de las gentes.
Cada día que los alejaba del Edén más lejanos estaban del Bien.
Y no reaccionaban ante ningún evento devastador ni ante ninguna desgracia personal.
De continuo la violencia social los afectaba, eran víctimas de sus propios despojos, crímenes, violaciones, terrorismo y violencias; pero no se inmutaban sino que se aferraban con pasión a sus acciones plagadas de negatividad.
Sus acciones polucionaban el ambiente, destrozaban el hábitat de cientos o miles de especies, dañaban afluentes de agua, provocaban cambios climáticos y decenas de otras
Cada vez con más frecuencia la tierra era azotada por calamidades "naturales", inundaciones atroces, tsunamis, huracanes, plagas, incendios voraces, terremotos devastadores, volcanes rugientes y otras fatalidades de la naturaleza que ellos desestimaban pues asumían que eran parte del modo natural de vivir.
(Cualquier similitud con la actualidad no es pura coincidencia).
Como mucho más adelante profetizó el profeta:
"vuestros pecados os han privado del bien"
(Irmiá / Jeremías 5:25)
Sus pecados los privó del bien y los encaminó expreso al tenebroso mal.
La destrucción de la especie humana y de su entorno era cada vez más inevitable, más lógicamente evidente como resultado de las ruinosas acciones de las personas, pero, el Eterno les daba una oportunidad detrás de otra, esperando el arrepentimiento, el que se reencaminaran hacia el bien y la vida.
Finalmente la corrupción mundial llegó hasta el extremo de la aniquilación total, pero en Su misericordia el Eterno todavía les regaló 120 años más para ver si ellos lograban recapacitar y corregirse.
Y en ese tiempo extra también les envió claras señales, mensajes indirectos pero también explícitos, presagios de la ruina que se avecinaba, sin embargo ellos en su libre albedrío escogían (o pretendían que no escogían) desbarrancarse en el abismo de la perdición final.
En una ocasión futura, también de pecado y corrupción, el Eterno anunció:
"Voy a volverme a Mi lugar, hasta que reconozcan su culpa y busquen Mi rostro. Y en su angustia Me buscarán con diligencia."
(Hoshea / Oseas 5:15)
Precisamente eso mismo hizo el Eterno, Se ocultó para la humanidad sumida en pecado y los pesares poblaban los días y noches de cada persona. Era ese el momento de la angustia en la cual el alma adolorida clama desde lo profundo por el abrazo del Padre.
Pero ellos no Lo buscaron.
Y entonces, la lluvia del gran diluvio comenzó a caer con lentitud y progresivamente fue más poderosa y violenta. Las aguas de las entrañas terrenas abrieron su camino hacia la superficie. Al mismo tiempo el cataclismo se incrementó cuando una lluvia de meteoritos que incendiaban la atmósfera se conjugaron con las miles de lavas volcánicas que ardían en las tierras anegadas. La debacle era voraz, las carnes de miles, de millones eran consumidas. La podredumbre de una civilización destinada a la muerte estaba siendo borrada de la faz de la tierra.
Pero antes de la hecatombe tuvieron aún siete días para el arrepentimiento.
Cuando las aguas ya habían comenzado, cuando el bólido celeste ya era visible y presagiaba el desastre… pero ellos se mantuvieron con apasionado abrazo en su camino del mal.
Él espera antes de enviarnos nuestros correspondientes castigos, pues es tardo en ira; Él nos da chances incluso en el peor de los caos infernales, pues desea la extinción del pecado y no la del pecador; pero debemos reconocer que nuestro camino no es el recto para de ese modo hacer algo para modificarlo.
En palabras del salmista:
"Oh Eterno, si tienes presente los pecados, ¿quién podrá, oh Señor, mantenerse en pie?"
(Tehilim / Salmos 130:3)
Estamos nosotros viviendo una época de catástrofes similares a las que preludiaron el Diluvio, y estamos nosotros en posesión de herramientas para evitar una nueva destrucción.
Tenemos el conocimiento de lo que aconteció en aquel pasado para no volver a repetirlo.
Tenemos la Torá y los mandamientos noájidas para actuar de manera diferente.
Tenemos mayor conciencia.
Tenemos aún tiempo y oportunidad de arrepentirnos y de caminar a la Luz de la Torá.
Pero,
¿tenemos el deseo de contribuir a cambiar el convulsionado mundo empezando por cambiar nuestro mundo interno?
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!
Moré Yehuda Ribco
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"La persona generosa será prosperada, y el que sacia a otros también será saciado."
(Mishlei / Proverbios 11:25)
Notas:
1–
Otras interpretaciones de este pasaje de la Torá, y más estudios los hallan HACIENDO CLIC AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ.
Preguntas y datos para meditar y profundizar:
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El camino
"La insensatez del hombre pervierte su camino y enfurece su corazón contra el Eterno."
(Mishlei / Proverbios 19:3)-
¿Por qué el insensato se enfurece contra el Eterno en lugar de arrepentirse y actuar con sensatez?
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¿Cómo se endereza el camino del insensato?
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Desde el corazón
"Tres cosas socavan la fuerza personal: las penurias, los viajes y el pecado"
(TB Guitin 70a)-
¿Cómo se hace real esta frase en la vida de alguien que usted conozca?
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¿Cuál es el mérito del que se arrepiente y cuál es su ganancia?
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La Manera
Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes.
Después de despertar, ordenó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.
– ¡Qué desgracia Mi Señor! – exclamó el Sabio
– Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
– ¡Qué insolencia! – gritó el Sultán enfurecido
¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa?
– ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y encargó que le dieran cien latigazos.
Más tarde mandó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado.
Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
– ¡Excelso Señor!
Gran felicidad os ha sido reservada.
El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes. Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
– ¡No es posible!
La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio.
No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
– Recuerda bien amigo mío – respondió el segundo Sabio: "Que todo depende de la forma en el decir… uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
http://serjudio.com/bereshit/noaj66.htm