Parashat Lej Lejá 5769

Shabbat: Jeshvan 17, 5769; 15/11/08

Un comentario de la Parashá Vaierá (Bereshit 18:1 – 22:24)

¡Bienvenido lector apreciado! Gracias por compartir nuevamente conmigo esta experiencia de aprender Torá a partir de algún párrafo de nuestra parashá semanal.

Cada semana, cada encuentro, es una oportunidad única para crecer, para aprender, para redescubrir el buen camino que nos traza Hashem para nuestro gozo y perfeccionamiento.

A veces, en el apuro de las cosas cotidianas, quizás dejamos pasar de largo el camino, el mensaje eterno de la Torá, por eso es bueno hacer una pausa sagrada, para nutrir nuestro espíritu del buen pan que desde Arriba nos regaló Hashem.

No es una cuestión de «ser religioso», sino de ofrecer a nuestro espíritu el alimento idóneo que precisa.

El Creador nos ha provisto de todo aquello que precisamos para nutrir nuestra vida, en sus cinco diferentes facetas.
Nos brinda con amor y piedad de aquello que es saludable y armonioso para nuestro cuerpo, para nuestras emociones, para nuestra vida de relacionamiento social, para nuestro intelecto y para nuestro espíritu.

Es nuestro deber:
recibir estos beneficios,
aprovecharlos sabiamente,
agradecerlos,
usarlos para construir un mundo mejor y
compartirlos.

Tal como hacía nuestro patriarca Avraham Abinu, que se preocupaba no solamente por su bienestar personal, sino también por el de sus allegados e incluso era ampliamente generoso con los extraños.
Una personalidad brillante como la de nuestro antepasado nos inculca el sentido de compartir, de ser misericordioso, de ser dado al prójimo, sin por ello menoscabar lo que cada uno requiere.

Ejemplos abundan de este proceder del patriarca. En nuestra parashá encontramos en su principio como ofreció un agasajo estupendo a tres desconocidos, vagabundos de desierto (quien eran realmente tres enviados de Hashem, pero esto él no lo supo hasta más tarde). Los trato como a nobles invitados, siendo que no aparentaban ser más que tres pordioseros.
Más adelante, el patriarca retrucó a Hashem al pedir misericordia por un grupo de ciudades sumidas en el caos de la malicia, que a causa de sus muchos males serían destruidas. Debatió largamente con Hashem pidiendo por gente ajena, malvada, pero a la cual Avraham quería conquistar para las huestes de la Luz por medio de la bondad y no del castigo.

Al respecto de actuar con bondad, atendamos al midrash (Ialkut Shimoni 1:18):

«¡Cuán grande es la recompensa de jesed (bondad)!
Avraham atendió amablemente a los ángeles quienes en realidad no necesitaban de su hospitalidad. Por ello Hashem lo recompensó midá kenegued midá (tal como haces, te será hecho).
En mérito al jesed de Avraham les otorgó a sus descendientes durante la travesía del desierto el man, el manantial de Miriam, codornices y la nube de gloria.
Si alguien es amable con quien realmente lo necesita, cuánto más grande será su recompensa.»

Que su ejemplo no sirva de inspiración, para vivir con bondad, con justicia, en constante encuentro de méritos que nos permita ser constructores de un mejor mundo, uno de Shalom.

¡Te deseo a ti y a los tuyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj! ¡Qué sepamos construir shalom!

Moré Yehuda Ribco

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