Que no se alegre tu enemiga

«Tú, oh enemiga mía, no te alegres contra mí; pues aunque caí, me levantaré.
Aunque yo habite en tinieblas, el Eterno será mi luz.»
(Mijá/Miqueas 7:8)

La enemiga a quien refiere el profeta es cualquiera de las naciones que buscaron destruir a la santa nación judía en su longeva historia.
Babilonia, Grecia, Persia, Roma, Damasco, imperialismo cristiano, imperialismo árabe-musulmán y cualquier otra que se ha levantado en nuestra contra.
Ella, ellas, se alegran al ver el sufrimiento de Israel.
Obtienen un placer insano con el tropiezo de esta nación.
Como si su sentido dependiera del fracaso, de la humillación, del oprobio, del exilio de los judíos.
Como si oscurecer la Divina Presencia resultara para ellas un motivo de sus existencias.

La nación judía cayó en pozos varias veces, empujada por sus propias banalidades y/o los atropellos de sus enemigos.
Se rompió la nariz, se quebró las piernas, quedó lisiada y a veces hasta perdió la voz de tanta angustia y miseria.
La oscuridad parecía que ganaba la partida, muchas veces, sin cuenta a esta altura.
Como los aciagos días de la Shoá, como cuando el exilio provocado por Roma y mantenido por el imperio cristiano fuera interminable.

Pero, resiliencia es una cualidad del pueblo judío, en su colectivo y en sus individuos.
Salir adelante, incorporarse.
No quedar atrapados en las redes del dolor, la culpa, la resignación, el remordimiento, la duda, la esterilidad.
Sino enterrar a sus muertos, llorarlos, pasar el período saludable de duelo para luego levantarse y volver a construir hasta superar el nivel previo.

Se podrá encerrar en celdas y llevarlos por ideologías erróneas a los judíos.
Se los podrá dejar empobrecidos, embrutecidos, diezmados, como sin “esperanza”.
Se podrá hacer de cuenta que ese 0.02% de la población mundial ya pronto desaparecerá, comido por sus propios errores, eliminado por la pereza, borrado por el odio de los enemigos.

Pero, aunque sea la tiniebla la que sobresalga; hay una llama sagrada que no puede ser apagada.
Aunque los gritos, insultos, agresiones, quejas y ruidos asfixien el sentimiento y pensamiento; hay una pequeña voz santa que es apenas audible que las vence a todas ellas.
Por más que den por muerto al pueblo judío y con ello la evidencia de la Conexión con el Creador; el pueblo judío es eterno como el espíritu que los sostiene.

Y así como la santa nación de judía, todas las personas.
Estamos todos en tinieblas, las del EGO.
Pero la LUZ de la NESHAMÁ (espíritu, chispa Divina) no se consume y permanece siempre radiante.
En cada persona.

Ahora que sabes todo esto, es hora de corregir tu camino para extirpar las cuestiones religiosas, supersticiosas; así preparas el regreso triunfal de la LUZ espiritual al centro de tu vida consciente y activa; de donde nunca tuvo que haberse retirado.
Es hora de salir de la celdita mental y abrazar el camino de la espiritualidad.

Que no seas vencido por la angustia, ni el sufrimiento, ni enfermedades, ni penurias.
Que los obstáculos del diario vivir no sean una muralla que te encierre y mortifique.
Que tu esfuerzo y dedicación, aunque no veas frutos evidentes, no decaiga; porque sabes que el exilio va a terminar y el Mashiaj pronto reinará en tu vida.

El exilio tiene un fin, la Era Mesiánica colectivo y/o individual es un hecho.
Si tú haces tu parte para que eso acontezca, estás cumpliendo una de tus tareas que te encomendó Dios.

Sin fe, porque tienes el conocimiento.
Sin fanatismo, porque tienes confianza.
Sin EGO fuera de foco, porque estás iluminado por el Eterno.



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