Me complace hablar sobre los tzitzit, un mandamiento que se encuentra en la parashá Shelaj Lejá, más precisamente, se encuentra en Números 15:37-41, donde se nos ordena atar tzitzit (flecos) en las esquinas de nuestros ropajes de cuatro puntas. En lo que hoy día conocemos como el talit (manto de oración).
Los tzitzit son un recordatorio constante de la presencia de Dios en nuestras vidas y del compromiso que tenemos como judíos de seguir Sus mandamientos. Cada vez que vemos los tzitzit, debemos recordar que estamos llamados a ser un pueblo especial y diferente, que cumple con los mandamientos divinos y que busca la santidad en todo lo que hacemos.
Esto nos obliga a ser ejemplo de conducta, maestros de los demás en respeto a Dios y fidelidad a Sus mandamientos; no nos otorga privilegios, ni nos permite suponernos mejores a nadie. Por el contrario, es un mandato de esmerarse en comportarse mejor, ser más dedicados, y comprometerse sin excusas a honorar la Divina Voluntad.
Además, los tzitzit también nos recuerdan la importancia de la comunidad. Cada uno de los hilos que componen los tzitzit se une para formar un conjunto completo, y de la misma manera, cada individuo en la comunidad judía es importante y necesario para formar un todo unido y fuerte.
Mi mensaje de inspiración para ti es que, al igual que los tzitzit en nuestro talit, debemos ser un recordatorio constante de nuestra conexión con Dios y nuestro compromiso con la comunidad judía. En momentos de dificultad, debemos recordar que no estamos solos y que tenemos una comunidad que nos apoya y nos fortalece. Y en momentos de alegría, debemos recordar que nuestra alegría es compartida con toda la comunidad.
Al mismo tiempo, cada uno de nosotros tiene que hacer su parte, porque es lindo recibir cuando necesitamos, pero mucho más es ayudar a otro cuando es el otro quien nos necesita.
Que los tzitzit nos inspiren a todos a ser una luz para el mundo, a seguir los caminos de Dios y a trabajar juntos para construir un mundo mejor.
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