La presencia divina se manifieste en plenitud

La Parashat Pekudei nos invita a reflexionar sobre la culminación de un proyecto monumental: el Mishkan. Un esfuerzo meticuloso, guiado por la divinidad, que reunió a la comunidad en torno a un objetivo común: crear un espacio sagrado para la conexión con Dios.

Más allá de la construcción física, el Mishkan representa la construcción de una vida personal y comunitaria más elevada. Cada detalle, cada ornamento, simboliza un aspecto de nuestro ser que debemos cultivar: la pureza, la entrega, la responsabilidad.

Al igual que Moisés, que guio al pueblo para erigir el Mishkan siguiendo las instrucciones precisas de Dios, podemos construir nuestra propia morada espiritual. Un espacio donde reine la armonía, la paz y la conexión con lo divino.

Este proceso, como la construcción del Mishkan, no está exento de desafíos. Requiere esfuerzo, dedicación y atención al detalle. Pero al igual que la comunidad se unió para levantar el Tabernáculo, podemos apoyarnos mutuamente en nuestro camino de crecimiento personal y colectivo.

La Parashat Pekudei nos recuerda que juntos, con esfuerzo y siguiendo la guía divina, podemos construir un mundo mejor, un mundo donde la luz de Dios brille con resplandor.

Hagamos de nuestra vida un Mishkan, un espacio sagrado donde florezca lo mejor de nosotros mismos y donde la presencia divina se manifieste en plenitud.