El EGO lleva a un falso poder, que se manifiesta a través de la violencia, la manipulación, el autoritarismo, el dogmatismo, la fe, la religión, el fanatismo, la opresión; es decir, cualquier expresión errónea de control y superioridad.
El que verdaderamente tiene el don de mando, reconoce las virtudes y defectos de todos,
sean subordinados, asociados, pares o superiores jerárquicos,.
Sobre esa base certera es que trabaja.
No exige más de lo correcto,
asó como tampoco se desborda en una generosidad que puede termina atrofiando al prójimo y a sí mismo.
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