Una persona puede acertar en el centro de una diana (blanco, objetivo, la imagen que acompaña este texto) de dos maneras.
La primera: puede dedicar años al entrenamiento en el deporte de la arquería y esforzarse para convertirse en un arquero campeón.
La segunda: toma un arco, dispara una flecha hacia cualquier lado, a continuación dibuja la diana en torno a la flecha clavada.
No es necesario mucho análisis para reconocer que la primera es la forma correcta y verdadera; en tanto que la segunda no es más que una mentira, bastante bien maquillada, pero que no deja de ser una mentira.
Muchas veces he oído de gente, más o menos sapiente e idónea, que mencionan tal o cual texto (sagrado o no), aquel pasaje de la Torá/Tanaj, ese o aquel rabino/erudito que argumenta esto o aquello, (etc.) para “demostrar” que lo que creen y hacen está bien."
Lo cierto es que muchísima gente vive su vida como mejor gana le da, y no tarda en encontrar pasajes de la Torá (o supuestos rabinos/maestros/etc.) que justifican la forma en que viven.
Si bien la ley espiritual indica con claridad que el estudio de la Torá, el guardar el Shabbat, el realizar determinados rituales, la profundización en verdadera Cabalá, las leyes de la pureza conyugal (entre otras leyes y reglas) son exclusivas para los judíos (y algunos solamente para un grupo pequeño de ellos),
igualmente no faltan los gentiles que se apropian de lo que no deben ni les corresponde,
y que nada bueno, en verdad, les reporta,
pero tienen aquel pasaje, aquel supuesto rabino, ese oscuro versículo interpretado a gusto del lector,
para “demostrar” que lo que hacen está bien.
Y se escudan en la “libertad de pensamiento”, en “mi opinión es tan valiosa como la de cualquier rabino”, en “está escrito en la Thorah”, en “el Dr. rabino xxx dijo que es tiempo de que todos podemos hacer esto o aquello”, etc..
Un auténtico buscador de la verdad, anhela la verdad por ella misma y no para complacer su EGO, o demostrarle su punto a nadie.
Una persona que tiene sed del Eterno lleva una vida de integridad en consecuencia.
Pero, cuando es el EGO el timonel, entonces uno primero decide qué quiere (si se trata de la esposa del vecino, el dinero de un vuelto, o un alimento prohibido, un ritual que no le corresponde, un estudio que le está vedado, etc.), y luego construye un imaginario edificio de argumentos alrededor de sus impulsos, deseos y apetitos corporales.
Clava la flecha en cualquier lado que le venga bien, para después dibujar la diana y “demostrar” que uno está en el centro, que es “acertado” lo que hace y que nadie tiene porqué objetarle su proceder.
En este mundo pueden engañar a multitudes, o a los de su grupito de cercanos, o a sí mismo con tantas vueltas y piruetas mentales.
Mucho se comen la papilla preparada por hábiles cocineros de perdición.
Otros son sus propios autores de ficciones muy bien inventadas.
Pero, no dejan de ser falsedades, aunque a ojos de quien quiera corromperse, o del que no tiene capacidad para discernir, se presenten como verdades “demostradas”.
¿O no está la flecha en el centro de la diana?
Pero, hay juicio, tarde o temprano llega.
Nadie se escapa.
A ese Juez nadie lo puede confundir, engañar, corromper o divertir con tontos malabares.
No hay nada más embarazoso en el otro mundo cuando el alma desnuda tiene que demostrar ante el Juez de jueces que ha vivido su vida de engaño en engaño, en ficciones de dianas pintadas en torno a sus actividades aberrantes o ilícitas.
Más vale ser sincero, entrenarse en el arte de la vida como un auténtico buscador de la Verdad, instruirse y habituarse con dedicación y atinar en el objetivo que corresponde.
Llevar una vida de honestidad, de juicio y bondad, de lealtad.
Aunque no se pueda dar esos gustitos que uno le pica el corazón y el deseo.
Pero, a fin de cuentas, ¿a quién pretendes engañar?
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Dedicado con cariño a todos aquellos que pasan su vida pintado blancos alrededor de sus malas decisiones, aunque muchas de ellas parezcan nobles y puras, llenas de “religiosidad”…