Shabbat: Jeshvan 24, 5769; 22/11/07
Un comentario de la Parashá Jaié Sará (Bereshit 23:1 – 25:18)
*Qué mueve tus pasos*
¡Bienvenido lector estimado!
Nuestras acciones suelen ser de naturaleza neutral, lo que determina su carácter es el sentido con el cual son ejecutadas.
Así por ejemplo, un corte con cuchillo puede tener un carácter negativo, si su intención es agresiva; o pudiera ser positivo, si está en manos de un cirujano operando a un paciente.
En la parashá podemos contemplar como el mismo verbo, similar acción, es realizada bajo dos signos opuestos, con motivaciones diferentes, con finalidades distintas.
Prestemos atención:
«Rebeca respondió: -Bebe, señor mío. Se apresuró a bajar su cántaro a su mano y le dio de beber.
Cuando acabó de darle de beber, agregó: -También sacaré agua para tus camellos, hasta que acaben de beber.
Se dio prisa, vació su cántaro en el abrevadero y corrió otra vez al pozo para sacar agua. Y sacó para todos sus camellos.
El hombre la observaba en silencio para saber si el Eterno había dado éxito a su viaje o no.
Cuando los camellos acabaron de beber, el hombre le obsequió un pendiente de oro que pesaba medio siclo y dos brazaletes de oro para sus brazos, que pesaban diez siclos.»
(Bereshit / Génesis 24:18-22)
Vemos a nuestra segunda matriarca, Rivcá/Rebeca corriendo veloz para dar de beber a un extranjero y a sus camellas. Era una tarea sumamente pesada para una dama sensible y delicada, pero que sin embargo encaraba con bondad y sin excusas. Pues, para ella lo importante era ofrecer hospitalidad al necesitado, brindar calma a aquel que la precisaba.
Su intención no era obtener beneficio alguno, ni dinero, ni reconocimiento, ni prestigio, solamente actuar con bondad.
Por su parte, su hermano Labán también corrió, atendamos:
«La joven corrió y contó estas cosas en la casa de su madre.
Rebeca tenía un hermano que se llamaba Labán, el cual corrió afuera hacia el hombre, hacia el manantial.»
(Bereshit / Génesis 24:28-29)
El apuro de Labán, ¿a qué apuntaba?
No a beneficiar al extranjero, sino a obtener su dinero.
Labán estaba enterado de la presencia de este potentado visitante, conoció de su riqueza abundante, de su disposición a compartirla; y Labán corrió al encuentro del dinero del hombre, pero no del hombre mismo.
El eje, el fin, el centro, el destino de Labán es el Ego. Usa a los demás, abusa de ellos, se hace el amable con tal de obtener ventaja.
Pero, los que son leales al Eterno, los que aprendieron a moderar su pasión natural, está al servicio del prójimo, sin por ello descuidar su justa porción.
Atiende a la reflexión de esta anécdota:
Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas, también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?
El señor calmadamente respondió: amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo.
El sabio agradeció la información, contemplo el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En el medio del camino, volteo hacia su fiel discípulo y le ordenó: busque la vaquita, llévela al precipicio de allí en frente y empújela al barranco.
El joven espantado vio al maestro y le cuestionó sobre el hecho de que la vaquita era el medio de subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujo la vaquita por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.
Un bello día el joven resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado, con carro en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín.
El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por un señor muy simpático, el joven pregunto por la familia que vivía allí hace unos cuatro años, el señor respondió que seguían viviendo allí.
Espantado el joven entro corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le pregunto al señor (el dueño de la vaquita): ¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?
El señor entusiasmado le respondió: nosotros teníamos una vaquita que cayo por el precipicio y murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora.
Todos nosotros tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para nuestra sobrevivencia la cual es una convivencia con la rutina, NOS HACE DEPENDIENTES, Y CASI QUE EL MUNDO SE REDUCE A LO QUE LA VAQUITA NOS PRODUCE.
Descubre cual es tu vaquita y aprovecha para empujarla por el precipicio.
Y casi seguro, te encontrarás que esa vaquita es Ego.
No es casual que gente sabia definiera a la locura como «seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes».
El Ego es locura, pues gira todo el tiempo en torno a sí mismo, usando de los demás para beneficio propio. Acabando con los recursos del mundo, sin construir ni adelantar en nada.
Labán y la gente como él son destructores del mundo.
Los que tomamos como ejemplo a nuestros patriarcas y matriarcas, estamos en la senda de la construcción del Shalom, en el tikún olam bemlajut Sha-dai.
Quiera el Eterno que corramos para hacer el bien, siendo conscientes de nuestro objetivo, de nuestro sentido.
Quiera el Eterno darnos fuerza para actuar con bondad y justicia, para que podamos ser verdaderos constructores de Shalom.
¡Te deseo a ti y a los tuyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!
Moré Yehuda Ribco
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