Una pulga en la oreja

Está escrito en la parashá: “No sea que cuando comas y te sacies, cuando edifiques buenas casas y las habites, cuando se multipliquen tus vacas y tus ovejas, cuando se multipliquen la plata y el oro, y cuando se multiplique todo lo que tienes, entonces se llegue a enaltecer tu corazón y te olvides de Hashem tu Elokim, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.”
(Devarim / Deuteronomio 8:12,14)

“El elefante comenzó a cruzar el endeble puente de maderas sobre el tormentoso río.
Andaba con extrema precaución, pues el viejo puente crujía, se mecía y parecía estar a punto de destrozarse con cada paso.
Al fin, llegó al otro extremo de la pasarela.
Giró para ver su reciente camino, cuando una vocecita le habló al oído, era una pulga alojada en su enorme oreja, que le dijo llena de euforia: ‘¡Así es mi muchacho, juntos hicimos crujir a ese puente!’”

La Torá nos anuncia que conquistar logros (materiales o espirituales) es algo positivo, y que no tiene nada de dañino tener sanas ambiciones.
Pero, lo negativo es olvidar Quien es el responsable por todo lo que existe.
Quien es la Fuente de nuestra existencia.
Si nos pretendemos el centro del cosmos, los causantes de nuestro bienestar… ¿no nos estamos olvidando de nuestro verdadero tamaño?

 

Destellos de la parashá

Sidrá 46ª de la Torá; 3ª del sefer Devarim.
Entre pesukim 7:12 y 11:25. Haftará en Ieshaiá 49:14 – 51:3.

Nos recuerda Moshé, en su final despedida del Pueblo, que todas las mitzvot nos han sido conferidas con la intención de que sean respetadas y cumplidas. Hay varias razones para esto, pero al parecer esta parashá recalca dos: a) que son la orden de Dios; b) que su observancia y cumplimiento favorecen la necesaria armonía interna, que conlleva la armonía externa (lo que comúnmente se conoce como premio por el cumplimiento de algún precepto).
En resumen, si el judío se esmera en cumplir con las mitzvot, encuentra ante sí la posibilidad de un crecimiento real e integral.
Quizás no sea el único método de hallar armonía y paz, ni de crecer.
Pero, es el modo que Dios ha dispuesto como el mejor, y el que permite integrar los diversos aspectos que hacen a la vida humana.
Es por todo esto, que Moshé también nos recuerda que no debemos modificar la Torá, pues, si cambiamos a nuestro antojo un elemento, ya el resto de la estructura pierde coherencia y energía.
La Torá Eterna, con su valioso mensaje de crecimiento integral, está siempre a la espera de ser leída e interpretada, para ser puesta en práctica. Es simple cuestión de hacerlo…

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