Matot – Masé 5781

Nos acercamos al final del libro Bemidbar, vamos cerrando con estas dos parashot que se leen juntas este año.

En la historia relatada, estamos al final de cuarenta años de largos y difíciles vagabundeos por el crudo desierto, cuando tenemos a la Tierra Prometida ya a la vista.

Pero la temática no comienza directamente hablándonos de esa maravillosa tierra, o de los conflictos que se van generando en el pueblo durante su maduración, sino que se centra en los votos y juramentos, es decir, de los compromisos que asumimos. Moisés enseña al pueblo las leyes de los votos, enfatiza que hay un significado en cada palabra que decimos, y cada compromiso o juramento nuestro lo debemos cumplir.
Sería interesante que hicieras un ejercicio de introspección para encontrar si realmente estás haciendo valer tu palabra al máximo de su real valor.
Como también podríamos indagar cómo este tema, de ser leales a nuestros compromisos, pudiera estar fuertemente relacionado con la inminente toma de la tierra de Santidad por parte del pueblo de Israel. Te invito a que hagas estás reflexiones y que si tienes ganas, nos compartas tus conclusiones en los comentarios, aquí mismo.

En porciones anteriores, encontramos que los madianitas trataron de dañar a los hijos de Israel de varias maneras, ahora, antes de que Moisés se separara de su pueblo, Dios les ordenó que fueran a una severa guerra contra ellos. Moshé podía retrasar esta guerra, porque sabía que sería su último acto público ordenado por Dios, antes de morir. Pero igual lo acata sin demora, para lo cual decide no enviar a todo el ejército, sino solo a la élite de los 12.000 combatientes (1.000 por tribu). La guerra termina con la victoria hebrea y mucho botín queda para ellos.
¿Podemos comprender la necesidad que tenía la nación israelita de desplegar esta guerra feroz, no por tierras, no por honores, no por ganancias materiales, sino para quitar la constante amenaza en contra de ellos?
Otro detalle, Moshé no quiso participar directamente de la guerra contra Midián, porque su esposa era de allí, sus hijos habían nacido allí, además lo cobijaron durante varias décadas. Él sabía el valor del agradecimiento, incluso con aquel que luego fue malvado en su contra.

El episodio termina con la fascinante historia de las tribus de Reuben, Gad y la mitad de la tribu de Menashe. Estas tribus tenían una gran ganadería, se ganaban la vida principalmente pastoreando ovejas y por eso en cada viaje buscaban las áreas propicias para criar sus ovejas. Ellos observan que estas zonas conquistadas son excelentes para la cría de ovejas, extensas áreas verdes y fértiles. Por eso acuden a Moisés con una petición sorprendente: ¡no queremos entrar en la Tierra de Israel, quedémonos en esta tierra verde (el Jordán de hoy)!
Moshé responde enojado, su pedido le recuerda la historia de los espías de hace 38 años (esas 12 personas que fueron enviadas a explorar la Tierra de Israel y finalmente persuadieron a la gente para que no entrara a la tierra), principalmente molesto por el hecho de que las otras tribus de Israel se enfrentarán a guerras duras para tener sus propias parcelas de tierra y poder vivir en paz. Sin embargo, ellos piden quedarse tranquilos, despreocupados, del otro lado del río, junto a sus familias y rebaños y no ayudar a sus hermanos.

Las tribus comprenden la ira de Moshé y ofrecen un compromiso valiente: ellos se asentarán al este del Jordán, pero sus hermanos no lucharán solos; ellos dejarán a sus familias y no regresarán a ellos hasta que el último de los israelitas tenga su parcela. Serán los primeros en ir a la batalla, porque no quieren separarse de Israel, sino hacer lo que corresponde para el bienestar de todos.
Moshé acepta el compromiso y el asunto termina con la historia del asentamiento de las dos tribus y media al otro lado del Jordán.

Luego, de inmediato comienza la última parashá del libro, haciendo un recuento de los cuarenta años de vagabundeo, parada por parada, en un detallado pero breve resumen.
Tras de lo cual, comienzan los preparativos para entrar en la tierra. En la mayoría de las estaciones solo se menciona el nombre de la estación, en otras paradas se menciona brevemente la historia de las experiencias de los hijos de Israel allí. Los 40 años sintetizados en 49 versos.

Nuestra parashá también se puede llamar de las listas, porque además de la lista de viajes, hay otras dos enumeraciones: de las fronteras del país y la de líderes israelitas que ingresan al país. Estas dos listas están relacionadas con el mismo tema: los preparativos para la entrada a la Tierra de Israel. Al final del viaje y el afincamiento de los hijos de Israel más allá del Jordán frente a Jericó, termina un período y cambia una generación, una generación de egipcios que lideró al pueblo murió y el liderazgo se transmite a la generación nacida en el desierto y llevarán a los hijos de Israel al destino nacional.

Moshé no entrará a la tierra con los hijos de Israel, pero como verdadero líder, el destino de su pueblo es importante para él, por lo que también se preocupa por el día después de su muerte. Él nombra nuevos líderes y publica sus nombres para que quede claro quiénes son los que estarán al mando después de su muerte, y para que los hijos de Israel tengan claro dónde están entrando. Moisés da les una lista detallada de las fronteras de la tierra.

En los tiempos bíblicos, el pueblo de Israel era excepcional porque, a diferencia de todos los demás pueblos que creían en varios dioses y adoraban estatuas, el pueblo de Israel creía en un solo Dios. Al entrar en la Tierra de Israel, los nativos del desierto encontrarán una creencia religiosa diferente a la suya, una creencia basada en estatuas. Para que los hijos de Israel no se vean afectados por esta creencia extranjera, se les ordena destruir todas las estatuas y construcciones rituales paganas que encontrarán.
A nosotros nos podría parecer que eran unos salvajes, fanáticos, carentes de empatía hacia el otro; pero si nos ponemos en su situación, en su contexto, en su cultura, en los peligros que ellos corrían, en lo poderosa que resultaba la doctrina idolátrica, en lo atractivo de la cultura canaanea; quizás podamos llegar a entender un poquito aquella manera tan hosca que se pretendía de ellos.

En la parashá nos encontramos con otro mandamiento, el cual instruye la dedicación de ciudades en la Tierra de Israel a los levitas. La tierra se dividirá en 12 partes, una por tribu. Pero la tribu número 13, no recibirá una provincia como propiedad: esta es la tribu de Leví, que no se asienta en un área, sino que está esparcida por todo el país, y para que esta tribu tenga un lugar donde vivir, recibe 48 ciudades designadas únicamente para eso.

De hecho, 6 de estas 48 ciudades no son solo para los levitas, sino que también sirven como ciudades de refugio para asesinos accidentales (que mataron accidentalmente a otra persona, sin tener la intención de hacerlo), en estas ciudades el asesino sin intención queda protegido de la ira de la familia de los muertos que pudieran buscar venganza.

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