La creencia no se basa en la razón, ni en la lógica, no se ha masticado, sino que se ha tragado.
No ha pasado por el tamiz ni por el filtro, ni se ha decantado en un duro trabajo de creación.
Tampoco ha sido delineada por la fina precisión del entendimiento.
Simplemente surgió, fue implantada,porque viene de fuera en la mayoría de las ocasiones.
O tal vez nació de una colisión, impensada, no querida, cuando las sensaciones y la impotencia se tropezaron con fantasías y rastros de datos desperdigados por ahí.
Las creencias, con el sistema que forman posteriormente, se elaboran desde la zona de la emoción y no de la razón.
En todo caso, sus raíces están profundamente agarradas a las emociones más oscuras, aquellas que no tienen siquiera manera de ser descritas o puestas en palabras. Luego crecen y sus ramajes pueden alcanzar la zona racional, pero para hacer uso de ella, para convertirla en una esclava al servicio y con ello usarla para crear excusas y justificaciones.
Estamos diciendo que estamos encadenados a nuestro sistema de creencias.
Forman las paredes y barras de la celdita mental que nos retiene.
Lo que a veces se llama «zona de confort», es otra manera de ver un aspecto de lo que estamos tratando.
Creemos en esto y aquello y no paramos siquiera a analizar el origen de esa creencia, de ver cómo nos manipula, de encontrar el valor de su presencia.
Por estar atrapados y en oscuridad, somos doblemente esclavos.
Incapaces de realizar ninguna acción que nos libere y lleve a pensar en verdad, y no solamente repetir patrones de conducta y programas de códigos introducidos por el condicionamiento externo, por los lemas que se repiten, por los mandatos familiares y sociales.
Nos llenamos de similes a pensamientos, y los sostenemos como si nos fuera la vida en ello… y es que realmente eso sentimos. Porque están en la base de nuestro Yo Vivido, por tanto, forman parte de nuestra identidad.
Así vamos por la vida, prejuzgando, adoctrinando, confundidos y confundiendo.
Pero nos apoyamos en nuestras creencias y las dotamos de aire sagrado, las protegemos, las inscribimos como «derechos humanos», cuando en la verdad son un mecanismo perverso para estar en conflicto y en exilio de nosotros mismos.
Son estas creencias las que nos marcan las pautas de vida, todas o casi, depende si nos hemos tomado el trabajo serio y sincero de analizar las creencias, cuestionarlas, transformarlas en conocimiento para revelar hasta cuanto nos sirven y cuanto no.
Y llegados a este punto me parece necesario recordar que no estamos hablando de creencias en el sentido de las religiosas, porque éstas son un subconjunto más de lo que son las creencias.
Creencia es cuando «sabemos» que la vida es injusta, que la gente es mala, que tenemos mala suerte, que solo un dios nos salva, que es mi dios el que nos salva, que la gente de color es esto, que los judíos son aquello, que los latinoamericanos son eso otro, que Iphone es éxtasis, que los gays son enfermos, que el infierno es para los infieles, que ser infiel sin que se entere la esposa está bueno, que la plata no hace la felicidad, que…
Cosas muy personales y cosas tan alejadas de mi vida que no sé porqué se encuentra inserto en mi sistema de creencias.
Como le pasa a montón de antisemitas, odian a los judíos, repiten frases acerca de ellos, tienen una fe absoluta de lo que dicen de los judíos es cierto pero en su vida jamás se toparon con un judío, no estudiaron del tema, ni siquiera tienen mucha noción de qué es un judío… pero los odian de todo corazón.
No confundamos creencias con convicciones.
Cuando surge un pensamiento, puede provenir de la zona oscura o de una zona más luminosa, pero pasa por un proceso racional de evaluación, se lo considera, se lo sopesa, se lo critica, se lo confronta con evidencias, se es algo muy firme pero pensado, es una convicción, no una creencia.
Aquí sí se ha masticado, una y otra vez, para convertir el alimento en nutriente y desechar aquello que no sirve.
Entonces el pensamiento se fortalece, de hecho, realmente se ha pensado y no solamente repetido lemas como supuestos pensamientos.
¿Recuerdas como hemos enseñado varias veces que es necesario des-aprender para poder aprender?
Bueno, aquí tienes un dato más acerca de aquello que es necesario des-aprender, si es que se pudiera decir que las creencias las hemos aprendido, o en realidad estamos subyugados por ellas.
¿Es posible que una convicción coincida con una creencia?
Podría serlo, pero dado el origen tan dispar de una y otra, quizás las probabilidades sean muy pequeñas.
Las creencias son esa parte oscura de nuestro ser, nacidas del EGO y por el EGO y para EGO.
Desde la impotencia para someternos y mantenernos en impotencia, aunque quizás con apariencia de ser más que vencedores.
¿Existen las creencias que pudieran ser luminosas?
Podría haberlas, pero sinceramente no se me presenta ninguna ahora a la memoria o a la imaginación como para presentártela.
De haberla, recordemos que también se gesta en la oscuridad y no en el entendimiento.
Ahora te propongo que pienses tres de tus creencias más arraigadas, hecha un haz de luz sobre ellas.
Ese puede ser el comienzo de un hermoso proceso de redención mesiánica personal.
Un Pesaj en tu vida.
Y si quieres, comparte conmigo aquí debajo, en la sección de comentarios, lo que estás aprendiendo y descubriendo.