«Ojalá pudiéramos bloquear a la gente en la vida real», así dijo la señora a su amiga en la micro.
Y es que actualmente somos una sociedad que con solo hacer clic podemos bloquear, eliminar, restringir, dejar en visto o silenciar a otras personas, al menos en el mundo virtual.
Las redes sociales pasaron de ser plataformas cuyo fin era mostrar algunos aspectos de nuestra vida a nuestros conocidos, a ser lugares desde los cuales podemos ejercer un falso poder de control sobre la vida de otros y sobre la propia. Y es que muchos de nosotros hemos hecho uso del botón «bloquear o borrar amigos» en nuestras redes sociales. A veces es necesario y saludable. Pero deja de serlo cuando el «unfriend» o «unfollow» se convierte en el último paso para terminar una relación afectiva o una amistad.
Cada quien está en su derecho de elegir a quién acepta o rechaza en sus redes sociales, nadie cuestiona eso. Pero pensemos en quien luego de un mal entendido con un compañero de trabajo, elige bloquear o borrar a esas personas de sus redes sociales.
En un nivel más afectivo otros, hacen igual con sus amigos. Forma parte del fenómeno conocido como ghosting y se trata de una práctica donde en la vida real alguien deja a su pareja sentimental sin previo aviso o explicación, asumiendo falsamente que así desaparecerá esa otra persona de su vida.
Por otro lado, ni la tecnología ni Zuckerberg tienen la culpa. Este fenómeno lo que hace es reflejar una vez más la dificultad de la comunicación auténtica según nos ha enseñado el Moré Yehuda.
Sí, es más fácil, rápido e inocuo bloquear alguien con un solo clic en lugar de comunicarle que ya no queremos su amistad por equis razón. Lo cierto es que no importa cuántas veces bloqueemos a alguien, los conflictos personales no se van a solucionar así.
Recordemos la enseñanza de antaño:
Se debe borrar del corazón el recuerdo del mal que uno ha experimentado y no se le debe mantener, pues mientras más se le mantenga, se arriesga más de actuar en venganza. También la Torah ha precisado que se debe borrar el recuerdo de los malos procedimientos hasta que haya desaparecido de la memoria. No es sino con esta condición que la vida en sociedad y las relaciones normales entre los hombres se hace posible. [ Maimonides De´ot. VII:8]
Sé feliz, sé noájida.
Licenciado Jonathan Ortiz