El elemento esencial

El elemento esencial

(SHE. 25:1) Hashem habló a Moshé (Moisés) diciendo:

(2) »Di a los hijos de Israel que tomen para mí una ofrenda; de todo hombre cuyo corazón le mueva a hacerlo tomaréis mi ofrenda.

(3) Ésta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, bronce,

(4) material azul, púrpura, carmesí, lino, pelo de cabra,

(5) pieles de carnero teñidas de rojo, pieles finas, madera de acacia,

(6) aceite para la iluminación, especias aromáticas para el aceite de la unción y para el incienso aromático,

(7) piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral.

Tanto para el Mishkán (Tabernáculo) que acompañó a los Hijos de Israel en el desierto y hasta la edificación del Primer Beit HaMikdash, como para éste, todos los elementos básicos de la Creación debían estar representados.

Así pues tenemos elementos de los tres reinos: mineral, vegetal y animal, como partes para la elaboración de la edificación.
Asimismo estos se incluían en el momento de las ofrendas, pues había ofrendas animales y vegetal, acompañadas por sal, quemadas en el fuego…

Sin embargo, nada de esto obtenía un valor especial, o era adorado per-se.
No se adoraban maderos, ni piedras, ni animales, ni imágenes, ni árboles, ni personas.
La adoración era para el único merecedor de la misma: Dios.

Pero, si advertimos con precisión, ninguno de estos elementos servía para mucho si faltaba algo.
Observemos con atención los siete psukim transcriptos…¿qué es lo que hacía de minerales, animales y vegetales un santuario?

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El segundo pasuk lo indica con claridad: corazón que mueve a la acción generosa.

El Templo de nada valía si el corazón estaba endurecido.

El Templo para nada aproximaba al hombre a su Dios, si el humano buscaba en el Santuario un paliativo a sus malas acciones y no un camino para el perfeccionamiento.

El Templo era un precioso lugar, lleno de utensilios, aromas gratos, piedras preciosas, lleno de actividad; pero VACÍO si faltaba el corazón generoso, la bondad y honestidad.

Por esta razón la haftará concluye con las siguiente admoniciones divinas:

(I Melajim 6:11) Entonces vino la palabra de Hashem a Shelomó (Salomón), diciendo:

(12) »Respecto a este templo que tú edificas, si caminas en mis estatutos, y pones por obra mis decretos, y guardas todos mis mandamientos andando de acuerdo con ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a tu padre David:

(13) Habitaré en medio de los hijos de Israel, y no abandonaré a mi pueblo Israel.»

A H’ poco le interesa el magnifico palacio construido en Su honor.

Según podemos entender, Él prefiere habitar en medio de Su Pueblo Israel, verdadero Templo y Palacio para el Eterno (en tanto sean merecedores por sus acciones, y si no lo somos, pues es momento de comenzar la refacción de éste templo personal para H’).

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