Parashat Nitzavim 5781

En Parashat Nitzavim, Moshé informa a todo el pueblo reunido, a todos y cada uno de sus miembros, que están a punto de hacer un pacto con Dios. Este pacto se hace no solo con la generación presente, sino también con las generaciones futuras. Para que se respete dicho pacto, el pueblo de Israel debe guardar los mandamientos de Dios y Él los bendecirá con todo lo bueno.
A partir de este momento, ya no se podrá cambiar los términos de esta alianza entre los judíos y Dios.
Recordemos que la Torá nos ha dicho, casi al principio de la misma, que existe el pacto de Dios con toda la humanidad, establecido con la salvación de Noaj y sus descendientes, y a través de ellos se transmite para todas las generaciones. Esa fue la primera y más básica alianza, que Él selló con toda la humanidad, por lo cual, cada persona debe hacerse responsable por conocer y cumplir con los siete mandamientos universales que Él ha dado. A esto lo conocemos como el Pacto Noájico.
Luego está el pacto que Dios hizo con Abraham, y que fue ampliando sucesivamente hasta completarlo en este momento de la historia, cuando el pueblo de Israel está a punto de entrar a la tierra de promisión. Ya no hay vuelta atrás, ni manera de revocar el pacto.
Informa nuestra parashá que no importa la cantidad de pecados que los judíos hagan, ni si le dan la espalda a Dios, o si aparece algún profeta (verdadero o falso) que declara que el viejo pacto de Dios con los judíos queda finiquitado y sobrepasado; pues, ha sido el Todopoderoso quien ha afirmado y confirmado que la sagrada alianza que Él cerró con el pueblo judío es eterna e irrevocable.

Por ello, queda dicho en esta parashá que si el pueblo rompe su parte del pacto y por ello sirve a otros dioses, entonces Dios «esconderá Su rostro», pero que no romperá Su pacto con ellos. Explicita la Torá que esto significa que los castigará y los echará de la tierra, habrá exilio y miseria, pero el ocultamiento de Dios no es por siempre; pues, en el caso de que el pueblo de Israel haga TESHUVÁ, es decir, se arrepienta, deje a los otros dioses y regrese a servir exclusivamente a Dios tal como Él quiere; entonces, Dios volverá a manifestar Su Presencia, lo cual permitirá que el pueblo regrese a su tierra y se continúen las bendiciones para él.
Ciertamente que hace menos de un siglo el pueblo judío comenzó su retorno masivo a la tierra de Israel, alcanzó su independencia política, se estableció como una potencia en medio de las dificultades que le provocan sus enemigos, es una demostración de que el proceso de TESHUVÁ ha iniciado y está siendo aceptado gratamente por el Creador.

Moisés enfatiza que los mandamientos de Dios no son difíciles de guardar: no están en el cielo ni más allá del mar, sino muy cerca de cada persona, para que los conozca y los cumpla.

Se deja bien en claro que la persona tiene libertad de elegir entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte; la recomendación que da la Torá es, por supuesto, elegir el bien y la vida.

Cabe acotar que ésta es la parashá que antecede a Rosh haShaná, y no es casual, pues hay muchísimo de su contenido que encuentra un sentido evidente en el Iom haDín, así como en los días sucesivos que cargan con importantes conexiones espirituales.

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