Vaikrá- Rosh Jodesh-haJodesh 5778

Este shabat es una de las poquísimas ocasiones en el cual se extraen tres libros para ser leídos públicamente en la misma ocasión. En el primero leemos el comienzo del tercer libro de la Torá, Vaikrá/Levítico; además, por ser rosh jodesh (principio de mes), sacamos otro sefer más, para leer la sección que corresponde al principio del mes hebreo. De un tercer sefer Torá leeremos una porción especial, pues es el Shabat haJodesh, es decir, el que está antes del inicio del mes de Nisán, o coincide con el primer día del mes.

En la parashá Vaikrá nos encontramos con que Dios instruye a Moisés sobre cinco diferentes tipos de korbanot (sacrificios) que se iban a ofrecer en el santuario:

  1. Olá («holocausto»), era un sacrificio voluntario que tenía un alto grado de santidad y era considerado como la ofrenda estándar. El animal entero, a excepción de su piel, era quemado en el altar (1:1-17).

  2. Minjá («ofrenda dadivosa»), era un sacrificio hecho de harina, aceite, sal e incienso que se quemaba parcialmente en el altar y se daba en parte a los sacerdotes para que comieran (2:1-16).

  3. Zevaj sh’lamim («sacrificio de apaciguamiento»), era una ofrenda voluntaria de animales de la propia manada, a veces llevada para cumplir un voto (3:1-17).

  4. Jatat («ofrenda por el pecado»), era un sacrificio obligatorio que se ofrecía para expiar los pecados no intencionales. Esta ofrenda difiere de las demás en el tratamiento especial que se hacía con la sangre del animal luego de degollado (4:1-5:13).

  5. Asham («ofrenda de culpa»), era un sacrificio obligatorio de un carnero que se requería principalmente de alguien que había actuado con mala intención y pretendía enmendar su accionar (5:1-26).

Es frecuente  que cuando contemplamos este tema nos asalte la extrañeza, pues resulta absolutamente alejado de lo que es nuestra manera de vida actual, en realidad desde hace muchos siglos. En nuestro pueblo desde hace casi dos milenios ya no se practica los sacrificios de animales, habiendo quedado como relato de prácticas antiguas y para algunos pocos como una esperanza de que retornarán con la restauración del sagrado Templo en Ierushalaim, en la época mesiánica.
Para el común de nosotros, nos cuesta entender muchísimo esta dedicación que tenían los antiguos, y no solo de Israel, hacia el sacrificio de animales. Cómo mantenían una especie de obsesión con el derramamiento de sangre de víctimas inocentes con fines rituales, como si con ello encontraran grandes alturas espirituales. Como si en verdad el Creador se deleitara con estas cuestiones y hallara un placer extraño en el sufrimiento del pobre animal sacrificado y su elevación como asado con fines sagrados.
Parece ciertamente mucho más evolucionado y santo el procedimiento que tenemos nosotros, el del rezo, el de la comunicación franca, profunda, auténtica a través de la plegaria preestablecida así como de las que surgen de nuestro corazón. ¿Con qué necesidad, y bajo qué justificativo, se nos ocurriría matar a un pobre animal para con ello encontrar una conexión con el Creador?
Pero, los antiguos no creían, ni pensaban, ni sentían, ni actuaban exactamente como nosotros. Si bien el judaísmo mantiene costumbres, creencias, ideas, preceptos casi inalterados con el paso de los siglos, el hecho es que estamos en un contexto completamente diferente al de los antepasados. La sociedad ha cambiado, así como el mundo interno del ser humano. Entonces, nos parece fuera de todo foco el siquiera pensar que es apropiado el sacrificio de animales para adorar a Dios, o para hallar el camino del arrepentimiento o el perfeccionamiento personal y colectivo.
Pero, ¿por qué si era tan central para los antiguos?
Voy a compartir contigo un par de respuestas, informándote que quedan algunas sin decirse ahora.
Algunos maestros enseñan que en verdad el sacrificar un animal, con toda la crueldad que implica, también representa una bondad hacia él; ya que, a través del sacrificio y elevación en el altar, el alma del animal contribuye a elevar el nivel espiritual del universo completo. Si no es usado como sacrificio, simplemente lleva una vida limitada, apenas poderosa en el ecosistema. Pero, como sacrificio una chispa de Luz Divina pasa a iluminar con poder a todo lo existente. Sí, suena muy raro y cuesta entenderlo, por eso lo dejo por aquí.
Otro motivo de la importancia del sacrificio animal, es que el hombre hace el esfuerzo de desprenderse de algo suyo, no simplemente dedica un ratito a rezar o dice unas cuantas palabras. Con el sacrificio el hombre en verdad manifiesta su voluntad para ser parte de algo mayor, como por ejemplo el mejoramiento del mundo. Así pues, el sacrificio es un acto noble, generoso, comprometido y el animal no es una víctima, sino un socio que contribuye con su vida para el bienestar del universo.
¿Es también difícil de entender?
¡Somos dos!

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