Behaalotejá 5779

Tiene varios temas la parashá, que pasamos a compartir:

Se enseña a Aarón el procedimiento de elevar (encender) las luces de la Menorá en el Santuario. Era una actividad diaria, sagrada de notable importancia, aunque pudiera parecer poca cosa el encendido de unas lámparas que no servían para iluminar y ni siquiera eran vistas por los israelitas que visitaban el lugar sagrado.
Moshé consagra a los hijos de Leví para que sirvan en las actividades santas del Mishkán. En un un principio estaban los primogénitos de todas las familias israelitas para ser sacerdotes, pero a causa del pecado del ‘Becerro de Oro’, ellos quedaron inhabilitados, por lo cual, Dios escogió para Sí a los descendientes de Leví. Los leviim deben prepararse durante cinco años antes de dedicarse a las tareas sagradas. La edad de los que están aptos vas de los treinta a los cincuenta años; tras lo cual pasa a un retiro parcial, a actividades menos agobiantes.
Luego de pasado un año de Ietziat Mitzraim, Hashem estipula el Korban Pesaj para todas las generaciones, que es diferente al que hicieron estando en Egipto. Como hay personas que por diversos motivos no podrían hacerlo en su fecha correspondiente, se establece Pesaj Sheini, cuando un mes después de Pesaj tenían la segunda oportunidad para ofrendar.
Cuando hay alguna notificación para el pueblo o los líderes, estos son convocados con el sonido de dos trompetas de plata. Las trompetas también sirven para anunciar viajes, guerras, calamidades y fiestas.
Personas del pueblo murmuran malignamente acerca de Hashem, por lo cual son castigados con un fuego que los calcina. Además, las personas que salieron junto a los israelitas de Egipto se quejan del maná y exigen comer carne, pedido insolente al que se suma buena parte del pueblo. Moshé está consternado y se queja ante Hashem, reconociendo que él sólo no puede con este pueblo. Por lo cual Hashem le dice que seleccione 70 ancianos, que formarán el primer Sanhedrín, que lo ayudará en su tarea de liderar al pueblo. También anuncia que el pueblo recibirá la carne que pedían, pero serán tan glotones que sufrirán por esta bendición.
Los ancianos seleccionados para conformar el consejo de los ancianos, comienzan a profetizar cuando la presencia de Hashem aparece en el Tabernáculo, aunque dos de los ancianos profetizan estando en el campamento. Iehoshúa siente que esto es incorrecto, pero Moshé está satisfecho y feliz de que otros también tengan el don de la profecía.
Hashem hace que los israelitas tengan abundancia de codornices. Y los que habían reclamado malévolamente por carne, murieron de tanta carne con la que se llenaron.
Miriam murmura con Aarón acerca de la esposa de Moshé, así como de las cualidades de profeta de éste. Hashem castiga a Miriam con tzaraat (por haber murmurado) y aclara que no hay otro profeta de la talla de Moshé. Éste reza por ella, y la pueblo no viaja mientras aguarda su curación fuera del campamento.

Como mencionamos unas líneas atrás, Moshé se alegra muchísimo al enterarse que surgieron nuevos profetas en Israel, que más personas reciben comunicación directa de parte del Creador y están en condiciones de transmitir dichos mensajes.
El gran líder, desde su inmensa humildad (que en la Tradición es sinónimo de correcta autoestima) no se siente agredido, ni en competencia, o menoscabado su poder al saber que otros pueden cumplir algunas de sus tareas. No se enoja, ni está celoso, tampoco encuentra motivo para amargarse. Por el contrario, se ilumina su existencia al comprender que hay otros que avanzan también, que más personas pueden y quieren dar una mano en las cuestiones de la comunidad.
Es un excelente modelo que podemos tomar para nuestras vidas: agradecer la competencia, recibir con simpatía la colaboración, promover el crecimiento de los demás. Si aprendemos a ser felices con nuestra porción, sin por ello abandonarnos a la pereza, hemos aprendido a disfrutar y a alegrarnos con el bienestar de otros.