El tontito del barrio

El sabio rey, con toda su espléndida sabiduría nos aclara:

«פֶּ֭תִי יַֽאֲמִ֣ין לְכׇל־דָּבָ֑ר וְ֝עָר֗וּם יָבִ֥ין לַֽאֲשֻׁרֽוֹ:
חָכָ֣ם יָ֭רֵא וְסָ֣ר מֵרָ֑ע וּ֝כְסִ֗יל מִתְעַבֵּ֥ר וּבוֹטֵֽחַ:

El ingenuo/tonto todo lo cree, pero el sagaz considera sus pasos.
El sabio teme y se aparta del mal, pero el necio es entremetido y confiado.»
(Mishlei/Proverbios 14:15-16)

Presta atención al resultado del primer pecado de la historia humana y verás cómo se relaciona directamente con el sabio aforismo del rey:

«El Eterno Elohim llamó al hombre y le dijo: –¿Dónde estás?
Dijo: –Oí Tu sonido en el jardín y tuve miedo, porque estaba desnudo, entonces me escondí.
Y dijo: –¿Quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso del árbol del que te mandé que no comieses, comiste?
El hombre dijo: –La mujer que me diste para estar conmigo, ella me dio del árbol, y yo comí.»
(Bereshit/Génesis 3:9-12)

Hay muchísimo para explicar pero concentrémonos en un aspecto de la última respuesta de Adam.
Dios le pregunta directamente si comió del árbol que Él había prohibido.
Adam no tenía motivo para mentir, de hecho, no sabía lo que era la mentira.
Por tanto, hablaba con total inocencia cuando dijo que fue la mujer que Dios le dio la que le dio del árbol y él entonces comió.
Por supuesto, esto lo podemos interpretar como la típica viveza criolla de echar la culpa a otro para hacer de cuenta que uno no tiene ninguna responsabilidad. Pero, dijimos que Adam no conocía la mentira, por tanto, tampoco sabía lo que era el engaño. Siendo así con total torpeza / franqueza dijo lo que estaba en su mente: él comió porque la mujer le dio de comer.
A ver si queda claro, no le estaba echando la culpa a la mujer, y mucho menos a Dios que le había dado esa mujer (aunque es una interpretación válida para tomar enseñanzas morales), sino que estaba relatando lo que él sabía que pasó: él comió porque la mujer le dio de comer.
Espero que haya quedado bien explicado y que hayas llegado a la misma conclusión que yo (que solo comparto lo que he estudiado de los Maestros): Adam pecó no porque deseara hacerlo, ni tampoco porque el EGO (Ietzer haRá, Satán, etc.) lo haya incitado, ni porque estuviera inconsciente de lo que estaba por hacer. ¡No y no y no!
Adam deja bien clarito el motivo de su pecado: la mujer le dio de comer entonces el comió.
Entonces, vamos corriendo al comienzo de este estudio y releemos lo que nos quería enseñar el sabio rey: el tontín de barrio todo lo cree, tiene fe en lo que le dice la gente que él adoptó como maestro/pastor/líder/rabino/etc., y llevado por esa necedad (que es la fe) comete cualquier disparate, cree cualquier distorsión, repite como loro cualquier idiotez, se cree lleno de cosas buenas pero es solamente un depósito de cosas desechables.
El ingenuo, el tontito, el huequito, el que no indaga sino todo lo cree (porque tiene fe) está en la misma situación que estuvo Adam al momento de romper el mandamiento que Dios le había dado.
¡Por supuesto que Adam se creía muy santo! ¿O acaso no le había hecho ciego caso a la mujer que el propio Dios le había dado?
Para Adam aquella mujer era como “un tzadik”, una persona iluminada, un enchufe con el cielo… porque el tonto todo lo cree, y por ello comete cualquier acto bochornoso.

Bueno, podemos haber leído hasta aquí, si hemos resistido la dura instrucción de este humilde moré, y decir que igualmente la fe es maravillosa, que uno no cae en los errores de Adam porque tiene plena fe en su “tzadik” de confianza y que sé yo cuántas otras excusas para seguir andando como ciego conducido por un pastor ciego en medio de la noche sin luna.
Y, sin dudas que se podrá argumentar que esta enseñanza es solo lo que supuso un perdido moré que descree en esos maravillosos hombres santos que predican la fe tonta y absurda.
Pero, lamento comunicarte que es Dios el que pone las cosas bien claras y pega un terrible palo en la cabeza (es una metáfora) de Adam por haber sido tan necio en eso de tener fe en cualquier tontería.
Presta atención, si quieres y tienes el poder de hacerlo:

«Y al hombre dijo: –Porque obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que Yo te mandé diciendo: ‘No comas de él’, sea maldito el suelo por tu causa. Con sufrimiento comerás de él todos los días de tu vida… etc.»
(Bereshit/Génesis 3:17)

¿Viste en lo que hace expreso énfasis el Juez de jueces?
Si te lo perdiste, te lo digo yo: Adam, chiquillo loco, voy a dejar que ocurra la consecuencia que se generó por tu conducta, lo que la gente llama “te castigaré”. Tendrás que trabajar la tierra en lugar de vivir de arriba, eso porque comiste del árbol que Te prohibí, y eso lo hiciste por hacerle caso a tu mujer en lugar de a Mi Palabra. Si Me hubieras hecho caso en lugar de tener fe en cualquier cosa, no estaríamos en esta situación. Pero ya ves, niño tonto, ahora echaste a perder esto del paraíso terrenal solamente porque te dejaste llevar por la tontería de la fe en creer cualquier cosa que alguien a quien tú considerabas “tzadik” te dijo.

Está escrito en la Torá, es Palabra de Dios.
No son los Sabios interpretando, ni tampoco un oscuro midrash de misterioso origen.
No es un complicado laberinto inentendible del Zohar.
Y mucho menos los desvaríos de un pobre moré del sur de Sudamérica.
Es la Palabra de Dios, y por si fuera necesario, refrendada por el refrán del sabio rey Salomón.

El tonto cree cualquier cosa y por ello mete la pata bien, bien, bien hondo.
el tontín del barrio tiene fe y se deja llevar de la nariz, pero con gran orgullo porque tiene un pastor que lo lidera.

Mientras tanto, aquel que es sabio indaga, estudia, pregunta, critica, profundiza, analiza, descubre, rebate, debate, confronta y cuando llega al límite de sus posibilidades, recién entonces “cree”, o sea, tiene EMUNÁ.
El sabio teme actuar como el tontín, entonces en lugar de meter la pata, mete horas de estudio y sana confrontación mental. Educa sus emociones para que no le saturen, se entrena para no ser doblegado por el EGO, no se deja caer en paracaídas en cualquier cosa que le dicen que es “abracadabra”. Sin embargo, el tontín del barrio es entrometido, opina de todo, dice que sabe de todo, critica negativamente todo, rompe la paciencia en todo y es experto en nada. Confía el huequito en cosas huecas, por eso tiene fe, que como sabemos es justamente lo contrario de la EMUNÁ.
Porque, EMUNÁ viene de la palabra IMÚN, que es entrenamiento vigoroso, ejercicio, darle duro al esfuerzo para desarrollarse. En cambio, la fe es la pereza del goloso, que toda la porquería consume pero la alaba como sagrada.

¿Quieres ser tontito de barrio?
¡Qué bueno!
Tienes una excelente compañía, entre otros está Adam comiendo del árbol y muchos cientos saltando y palmoteando por ahí vendiendo la droga de la religión, con gran alegría y sonrisitas, haciéndose pasar por santos.

¿Quieres ser sabio, de acuerdo a tus posibilidades?
¡Qué bueno!
Tienes a Abraham, Moshé, Debora, Samuel, David, Salomón, Isaías, Mordejai, Ester, R. Akiva, Maimónides, Najmánides, Rashi, R. Yehuda haLevi, Ramjal, el Gaón de Vilna, el Jofetz Jaim, R. Kook, R. Soloveichik, R. Aviner, R. Galinsky, R. Golinkin, R. Sherky y cientos de rabinos, maestros y sabios que te acompañan.

Si este estudio te ha sido de beneficio: https://serjudio.com/apoyo porque nosotros también precisamos el dinero para mantener activa esta obra sagrada que te da bendiciones a ti y tus allegados.

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