Gran parte de esta parashá está escrita en la Torá en dos columnas paralelas, indicando su naturaleza de cántico o poema. En ella encontramos a Moshé llamando a los cielos y a la tierra como testigos de las acciones del pueblo judío. Es una manera de decir que allí en dónde éste se encuentre, habrá un vínculo permanente con el gran maestro y su imborrable enseñanza. Para Moshé es importante que así sea, porque está instruyendo a los judíos para que estén bien, que los males que se puedan evitar no sucedan, que el pueblo disfrute de los bienes materiales sin perjudicarse por ello. Por ello este poema es muy intenso, complejo y contiene una síntesis para tener siempre presente. Sirve como una brújula allí donde fallan los otros instrumentos de navegación, y nos orienta hacia una vida de plenitud y bendición.
La Torá narra varias cuestiones ocurridas en determinado tiempo y lugar, especialmente del nacimiento del pueblo judío; sin embargo dice la Tradición que su existencia es anterior a la Creación y por tanto su mensaje va más allá de las circunstancias históricas. ¿Cómo podemos explicar esto?
Está la Torá celestial, que habla el idioma de la NESHAMÁ (espíritu), y está la Torá dictada por Dios a Moshé, escrita en el lenguaje que los hombres de su entorno podían comprender. No tenemos cómo estudiar la celestial, ya es nuestra porque reside en lo más esencial de nuestra personalidad y es la fuente de la ética. En tanto que la entregada a través de Moshé solamente se adquiere con esfuerzo, dedicación, atención, enseñanza y aprendizaje. El camino tradicional es ir redescubriendo la Torá celestial por medio del estudio de la Torá de Moshé y aplicando sus mitzvot. Con esto manifestamos la NESHAMÁ, y por tanto a Dios, en nuestra vida cotidiana. Así alcanzamos una existencia placentera, agradable, provechosa y trascendente.
Esto queda resumido en el siguiente pasaje de la parashá:
«Cuando Moshé finalizó de pronunciar todas estas palabras a todo Israel, les dijo: ‘Aplicad vuestro corazón a todas las palabras con que yo os advierto hoy, para que las encarguéis a vuestros hijos a fin de guardar y poner por obra todas las palabras de esta Torá. Porque no son palabras vanas; pues son vuestra vida, y a causa de estas palabras prolongaréis vuestros días en la tierra que para tomarla en posesión cruzáis el Jordán.‘»
(Devarim / Deuteronomio 32:45-47)