Memoria y conciencia tras la muerte

Un buen amigo me hizo una pregunta, que le surgió mientras leía un antiguo texto de mi autoría: http://serjudio.com/rap1001_1050/rap1034.htm: ¿perderemos la conciencia individual (memoria, recuerdos, personalidad, etc.) al momento de fallecer?

La humilde respuesta que brindo ahora se basa en lo que conozco de la tradición judía, la cual no es monolítica ni inamovible, sino una entidad con vida propia, con identidad a la vez que desarrollo. Cambia, sin dejar de ser ella misma. Se preserva, sin asfixiar las posibilidades de adaptación.

Gracias a la moderna tecnología podemos ejemplificar con facilidad lo que desde antaño se nos enseñó.
Actualmente, y cada vez más, los usuarios de aparatos informáticos no guardan sus archivos/datos en sus aparatos exclusivamente, sino que además los suben a la “nube” (Cloud Computing).
Fotos, música, videos, documentos, emails, chats, programas, INFORMACIÓN, en fin, todo aquello que da sentido a la computadora (Tablet, Smartphone, etc.) y explica su existencia.
¿Por qué hacemos así?
Podría ser para tener los datos en cualquier aparato y no solo en el que contiene la info, pues, nos conectamos a la nube y al instante tenemos en la PC de la oficina lo mismo que estábamos haciendo en casa, o el video que estábamos viendo en el bus lo continuamos en la cama, etc. Ya no somos prisioneros del dispositivo que contiene la información, pues ahora está en donde la precisemos, sin importar el artefacto empleado (si la tecnología es compatible).
Otro motivo, nos preservamos de perder la información. Si extraviamos la computadora, si la roban, se rompe, deja de funcionar el disco duro, los datos vitales siguen frescos y disponibles a nuestro alcance. Es una gran ventaja no depender de un pequeño dispositivo, sino poseer un respaldo en otro sitio, con mecanismos de seguridad y acceso.
Si buscan en internet, seguramente encontrarán más ventajas, y las consecuentes desventajas del asunto.

Ahora, transportemos esto a la pregunta del buen amigo.
Tenemos un sistema de memoria orgánica individual, nuestro cuerpo recuerda (aquí un artículo de divulgación que puede resultar interesante). Es nuestro disco duro, que nos acompaña (si todo va bien) hasta el día del fallecimiento. Tras él, la totalidad (o casi, no lo sé exactamente) queda inaccesible o desaparece.
También dejamos registros fuera de nuestro cuerpo, en nuestras obras, lo que escribimos, filmamos, fotografiamos, compartimos, especialmente en esto último, pues dejamos en los otros recuerdos que pueden extenderse más allá de nuestro minúscula fracción de espacio/tiempo.
Y, de acuerdo a la Tradición, cada cosa que experimentamos, todo, se sube a la “nube” espiritual. Todo el tiempo, sin pausas, sin alteraciones, estamos conectados a la gran red espiritual, a través de nuestra neshamá, lo que llamamos esencia espiritual. Todo se guarda en esa nube, en ese gran disco duro, que se preserva sin errores ni pérdidas, por siempre. Sean impresiones, sensaciones, sentimientos, ideas, vivencias, acciones, todo sin excepción, en perfecto registro.
Así pues, aunque la muerte nos alcance, nuestra esencia permanece, en esa información 100% fidedigna que quedó guardada en el mundo espiritual.

Espero que se entienda bien esta idea.
La memoria individual se preserva, hasta en su más mínimo detalle.
Pero, ¿esto significa que también se preserva la conciencia individual?

Para responderlo, veamos qué entendemos por conciencia.
Usaremos uno de los tantos diccionarios online:

"1   Conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, del estado en que se encuentra y de lo que hace: tengo plena conciencia de lo que hago; el golpe le ha hecho perder la conciencia. consciencia.
2   Facultad del ser humano para elaborar juicios personales de carácter moral y ético sobre lo que está bien y lo que está mal, con relación a sí mismo y a los demás: tener la conciencia tranquila significa que no has hecho nada que crees que estaba mal.”.

Podemos decir que en el caso de la primer acepción la respuesta es sí. De acuerdo al judaísmo la neshamá descarnada tiene conciencia de estar existiendo en ese mundo indescriptible que es el espiritual, además de contar con el acceso a la memoria de los sucesos de su vida individual, como a lo que el Eterno le permita acceder de la memoria colectiva (los límites, no los sé, ni me parece posible que pudiéramos saberlos).

En el caso de la segunda acepción, podemos decir también que sí, precisamente la existencia luego de esta vida se la conoce como “mundo de la Verdad”, porque es imposible mentir, justificar, dar excusas, engañar, sino que el juicio se elabora en base a la verdad. Así, cada recuerdo que se presenta para evaluar es la propia neshamá la encargada de valorarla de acuerdo a parámetros de verdad y no a los dictados del EGO.

Invito a leer un breve ensayo de un gran intelectual, el rabino Aryeh Kaplan: “La inmortalidad y el alma”.

Ahora, ¿cuál es el beneficio REAL y práctico de esta respuesta?
Te brindo una idea, pero me encantaría oír las tuyas.
Llenemos nuestra memoria trascendente con buenos recuerdos, de actos de bondad y justicia, de fidelidad, de experiencias agradables, de disfrutar de lo permitido, de alegría, de placer apto, para que tengamos una memoria y conciencia eterna de verdadero paraíso. Si hacemos esto, también estamos compartiendo el bien y la bendición con el prójimo, preservando así una huella de vida más allá de la muerte física.
¡Pura ganancia! ¡Pura vida!

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